Es recurrente recordar, cada vez que Royal Bank of Scotland (RBS) anuncia resultados anuales, ahora de 2018, que la entidad fue rescatada en 2008 con una inyección pública de 61.000 millones para evitar su quiebra, y ha sido desde entonces un dolor de muelas para el Gobierno británico, que todavía mantiene un 62,4%. RBS, con todo, cierra su segundo año con beneficio, de 1.842 millones de euros, un 115,7% más, aunque tiene un problema por delante: la incertidumbre “creciente” por el Brexit, que puede pasarle factura este año.

Lo ha reconocido el propio RBS, a pesar la mejora del beneficio, cuyo contrapunto está en aumento contenido (2%) de la cifra de negocio (15.222 millones), que incluye un recorte del 3,7% en los ingresos por intereses. Y eso se suma, para colmo, los 1.456 millones por litigios.

Londres destinó a RSB 61.000 millones, 38.600 más de las ayudas públicas a Bankia

En el entretanto, RBS sigue adelante con su máxima del recorte de gastos operativos,  como ha asegurado su consejero delegado, Ross McEwar, al tiempo que ha insistido en la amenaza sobre la economía británica de las negociaciones de divorcio con Europa.

Ayuda a visualizar la que ha supuesto el rescate de RSB en comparación con Bankia, en el caso español, pendiente igualmente de la privatización. Bankia recibió 22.424 millones de ayudas públicas (y hasta 24.069 millones si se incluyen 1.645 millones de BMN). Esa cifra es inferior en 38.600 millones a lo que costó RBS, que además acumula unas pérdidas, salvo en los últimos años, de más de 80.000.