Es espectáculo y hasta ‘espectá-culo’. Es exhibicionismo del cuerpo y del alma, ambas actitudes lamentables, en particular, la segunda.

El carnaval no tendría el apoyo hortera de las televisiones si no fuera porque los frívolos de hoy -los de ayer eran más inteligentes- que interpretan el carnaval no son sino lo contrario de la Pasión de Cristo, la Cuaresma, y, naturalmente, hay que apuntarse a cualquier cosa, que, mejor o peor, ofenda al cristiano.

Por eso, RTVE –la progresista, la de Pedro Sánchez y Rosa María Mateo- dedica minutos, horas, a promocionar el carnaval tinerfeño, la fiesta más estúpida del momento presente… y cuidado que la competencia es feroz en la materia.

¿Cuál es el objetivo del carnaval? Ofender al cristiano

Verbigracia: nos cuentan que las bailarinas enseñadoras de algo, de lo que sea, ensayan hasta tres horas diarias, cuatro días a la semana. En efecto, una de las notas características de la tontuna consiste en dedicar ingentes esfuerzos a objetivos imbéciles.

Naturalmente, todo el personal televisivo exhibe una alegría de lo más natural al enseñarnos la morralla del mariachi carnavalero.

En resumen, que el rey va desnudo, pero nadie se atreve a decirlo porque se trata de otra cosa. El antiguo carnavalero se preparaba para afrontar la Cuaresma con la ingesta de carne, porque reconocía el valor del sacrificio cuaresmal que venía a continuación. El moderno no come carne. Es más, le viene prohibido por la dieta que le impone un exhibicionismo artificial y animalesco.

¿Principal nota distintiva del carnaval? La cosificación de la persona

El emperador va desnudo en carnaval, pero nadie se atreve a decirlo en voz alta: resultaría políticamente incorrecto, grosero.

Y las preguntas son muy sencillas: ¿En qué consiste el carnaval? En enseñar el trasero. ¿Cuál es el objetivo del carnaval? Ofender al cristiano. ¿Principal nota distintiva del carnaval? La cosificación de la persona.

Por lo demás, todo está en orden y resulta extraordinariamente previsible. Lo de la progresía, digo.