Las energías renovables, como todo lo verde, son carísimas. Encima, de este negocio tan verde se aprovechan muchos ecolojetas, vía subvenciones… y la ministra Teresa Ribera es una ecolojeta que nos está engañando.

Nos dijo que iba a suspender el impuesto de generación. Pero eso no es lo que quieren los verdes, eso es lo que quieren Iberdrola, Endesa y Naturgy. Si suprime usted ese impuesto mañana puede bajar la luz, pero pasado mañana subirá porque habrá engrosado el déficit de tarifa acumulado, que pagaremos entre todos… con intereses de demora.

¿Y qué es lo que produce el déficit de tarifa? Principalmente, las primas que pagamos a las energías verdes y a los jetas que han montado, o financiado, instalaciones de renovables con vista a las subvenciones que les pagábamos entre todos los españoles. Pero como hacían energía verde…

Eso y la muy verde lucha contra el carbón, un combustible que pueda resultar verde (si se invierte lo necesario) y que abunda en la tierra y abarata el precio de la luz.

Ecolotontos y ecolojetas. La gran mentira sobre la energía: las renovables no son baratas, son carísimas y las pagamos entre todos

Mire usted, la energía de los pobres aún sigue siendo la hidroeléctrica, la nuclear y la del carbón porque son las más baratas. Es cierto que al renovables han mejorado en eficiencia, pero aún no pueden sobrevivir sin subvenciones públicas.

O sea, que déjese usted de mentiras, señora Ribera. Porque su próxima reforma apenas cuenta con opositores con sentido común. Pero asusta aún más la tontuna ecologista que nunca repara en un principio insoslayable: todo lo verde resulta carísimo. Por eso, verbigracia, la energía en España sigue siendo tan cara.

Asusta pensar en la reforma eléctrica que pueda perpetrar la ‘talibana’ ministra Ribera

Por tanto, tenemos ecolobobos y ecolojetas. Los ecolotontos son los que, en nombre del planeta verde y probablemente del cambio climático, suspiran por terminar con las energías fósiles (y en las que introducen a la energía nuclear) y en no investigar sobre la fusión nuclear controlada, que sería la energía definitiva. Y luego están los ecolojetas, de espíritu burgués, que adoran las energías renovables y que se han vuelto verdes porque no instalan aerogeneradores donde sopla el viento, sino donde soplan la subvenciones… que es lo que hace subirla tarida de la luz.

El majadero de Zapatero nos endeudó a los españoles para varias generaciones con las primas a las renovables y su ministro Sebastián –ahora tan escondido por el ‘tesisgate’ de Sánchez– continuó en ello.

Sánchez y Ribera están dispuestos a mantener la mecha encendida: total, la energía verde nos estallará a todos en los morros.

Y ojo, lo peor es que la ecología se ha convertido en una religión, en un dogma. Y una religión que exige sacrificios humanos. No solo nos complica la existencia y atenta contra los pobres, que son sus principales damnificados, sino que sus mandamientos son inasumibles, agobiantes y francamente tristes.