Se ha hablado mucho de la crisis de la banca europea en general y de la banca española, italiana y francesa en general, pero poco o muy poco de las dificultades del sector financiero alemán. Porque la banca germana también tiene problemas, y muy serios, que intentó afrontar fusionando los dos bancos más grandes: Deutsche Bank y Commerzbank.

Aquello fracasó -el todo no iba a resultar mejor que las partes- y ahora, Deutsche Bank no tiene más remedio que afrontar el futuro en solitario. Primera medida de calado: un ajuste de plantilla de 18.000 empleos hasta 2022 (una media de 4.500 al año), una cifra muy elevada que, no obstante, no debe hacernos olvidar el ajuste de 6.000 trabajadores llevado a cabo por el banco en 2018. En total, el primer banco alemán va a reducir 24.000 empleos entre 2018 y 2022, un recorte medio de 4.800 empleos al año, y va a situar su plantilla en 74.000 trabajadores. No está mal para ser el ajuste de un solo banco… y alemán.

Por cierto, los recortes supondrán la casi desaparición de la banca de inversión del Deutsche, un área que no ha logrado remontar el vuelo desde el inicio de la crisis, entre otras razones por las multas recibidas en EEUU. Es lo que suele suceder cuando haces trampas y te pillan. Ahora bien, la banca de inversión -más especulativa que la doméstica- no necesita mucha mano de obra. En otras palabras, gran parte del ajuste se notará en la banca comercial o doméstica.

Todo esto ocurre en una sola entidad que, efectivamente, es la número uno de Alemania y la más internacional, pero que está lejos de tener un peso equivalente dentro del país, donde los landersbank copan el 70% del mercado. Lo llamativo es que, siendo así, esas entidades ‘locales’ escapen a la supervisión bancaria europea y sean tan ‘opacas’ al resto del sistema financiero europeo. ¿Seguro que todos los países buscan la unión bancaria europea?