Robespierre era un idealista desinteresado cuyo humanitarismo le pone a la cabeza del terror”. Así lo define Arnold Toynbee. Un tipo que en el Parlamento español de ahora mismo sería considerado un ejemplo de honestidad poll n el spaaue ne le P el nrio francerno, se dio la guillotina con entusiasmo, porque "ad política y lucha contra la corrupción.

Llevado por su celo en la pureza al gobernar, se dio a la guillotina con fricción, porque “su entusiasmo por la razón le aboca a la más irracional forma de religión”.

Es el racionalismo, más bien humanitarismo, fanático. Muchos pagaron con su vida la encomiable lucha contra la corrupción del honesto Robespierre. Muchos pagarán con su vida “la explosión de solidaridad” del presidente Pedro Sánchez con los llamados refugiados.

Hoy, Robespierre también hubiera creado una ONG y se afiliaría al PSOE

Yo creo que el revolucionario francés representa como nadie el modelo del político actual de don Pedro Sánchez, por ejemplo. Solidaridad televisada que, ante la cretinización de las masas -que diría Juan Manuel de Prada- pasa por sincera, cuando lo cierto es que se trata de la explotación política de la miseria.

¿Qué hizo Italia? Lo que tenía que hacer. Advertir que el barco no atracaría en puerto italiano. Pero, al mismo tiempo, ayudó a los 629 (no olvidemos que fueron dos buques italianos los que acompañaron al Aquarius en el traslado a Valencia). Atendieron a los migrantes pero no les admitieron en Italia. Se trataba de crear el efecto que ya se ha creado en España: todo el mundo quiere entrar de forma ilegal. No para quedarse en España, además, sino como puerta hacia Francia. Para eso, que hubieran desembarcado en puerto francés.

El reinante espíritu onegero conduce a la dictadura de las masas, en versión comunista o fascista, lo mismo da

Recuerden: nadie emigra por gusto. La emigración es mala de suyo. Lo que hay que hacer es ayudar a la gente en su propio hogar, porque no hay peor esclavitud que el exilio ni peor tristeza que la nostalgia.

Pero existe una conclusión aún más dramática de este espíritu onegero, de esta fuerza de las masas en contra del poder establecido (ese magma que hoy llamamos antisistema y del que participan, en parte, algunos partido del sistema, como por ejemplo, el PSOE).  Esa “pureza de ideales” (como una periodista separatista definió a la ‘cupera’ huida Anna Gabriel) al estilo Robespierre conduce a la dictadura de las masas, por la vía fascista o comunista, igual da, donde las masas, de suyo veleidosas, mandan y la pelea política consiste en reclamar el liderazgo de esas masas, de esa “mayoría social” como repite la izquierda española, desde el PSOE a Podemos, pasando por Bildu o ERC. El nuevo líder no dirige a las masas: sólo las utiliza. Y le importa poco en qué dirección caminen: él caminará en esa misma dirección… mientras dure la moda. No vivimos en la era de las conspiraciones, sino del consenso de las masas. El líder espera a que la masa consensúe y luego hace suya la conclusión de la turba. ¿Y si la conclusión varía en una semana? Pues asume la nueva.

Recuerden: nadie emigra por gusto

Esto ya no es Robespierre. El homicida francés era mucho más racional, donde va a parar.

Pero no lo duden, el consenso resulta mucho más inquietante que la rebelión de las masas. El hombre masa es idiota.