Lo malo no es que el PNV chantajee al Gobierno, lo malo es que Mariano Rajoy acepte el chantaje del PNV. Y lo hace tras el bochornoso comunicado de disolución de ETA y tras su actitud, nuevamente tibia, con la manada de Alsasua. Ceder para permanecer, parece el lema del inquilino de la Moncloa, quien, con tal de contar con los cinco votos del PNV para aprobar los presupuestos 2018, está dispuesto a ceder todo en todo.

Su objetivo consiste en agotar la legislatura, el tiempo que precisa para superar a Rivera

Estamos, una vez más, ante el chantaje del PNV y de Íñigo Urkullu. Como en la II Republica, el Gobierno de España está dispuesto a cualquier regalo al PNV, a cambio de mantenerse en el sillón. Íñigo Urkullu, el lendakari, lo sabe y se aprovecha de ello, en la línea de la soberbia vasca.

El objetivo del presidente del Gobierno consiste en agotar la legislatura, el tiempo que precisa para superar a Albert Rivera y ganarle las elecciones, como él mismo asegura, “por un solo diputado”. 

Rajoy no ve, o no quiere ver, que el PNV es tan separatista como Puigdemont

No ve, o no quiere ver, que el PNV es tan separatista como Puigdemont, sólo que los nacionalistas han aprendido de los catalanes que la violencia terrorista de ETA no lleva a ninguna parte: el chantaje es mucho más efectivo.

Moraleja: a Mariano Rajoy poco le importa que toda España salga perjudicada con sus constantes cesiones al chantaje del PNV: lo que le importa es permanecer en Moncloa. Ceder para permanecer.