• Y por lo tanto, sin saber quiénes son culpables y quiénes inocentes.
  • Esto parece un vodevil de intervenciones financieras y judiciales, todo a un tiempo.
  • Eso sí, ha servido para saber que cuantos más reguladores e inspectores revolotean sobre bancos y mercados, más fácil se lo ponen a defraudadores y especuladores.
  • Sólo hay una cosa cierta: la reputación de la banca española ha quedado dañada por una filial de un banco andorrano que, según los norteamericanos, blanqueaba dinero de actividades criminales.
  • Norteamericanos que nos dan órdenes pero no nos proporcionan información.

Si tienen la paciencia de leerse los cuatro folios, de estilo plúmbeo, según costumbre, del Banco de España, descubrirán que, muy probablemente, lo ha redactado el equipo jurídico, no el de comunicación. Se trata de una 'excusatio' por su actuación cuando el hecho es que, en esta ocasión, el gobernador Linde puede haber actuado con torpeza pero no es culpable de todo el desaguisado del andorrano BPA ni de su filial española, el Madrid.

Vamos a ver, a estas alturas de la película, todavía no sabemos por qué puñetas se intervino el BPA. Al parecer, la cosa consiste en que los norteamericanos aseguran que hay mafias criminales que tienen depositado su dinero en BPA y que se actúe. Pero no debieron decir quiénes eran y qué cuentan. De otra manera, no se había intervenido el Madrid, como mucho los intermediarios necesarios del BPA, sobre todo, a los titulares de las cuentas.

Pero no, serviles ante el imperio financiero, cuya capital es Wall Street, el Banco de España se apresuró a meter en cintura al Madrid sin ni tan siquiera saber a quién tenía que meter en cintura. Los americanos dan órdenes pero no información

Luego está la profusión de organismos inspectores, reguladores, antiblanqueo y antisubmarinos nucleares. La labor, convenientemente liada, de todos ellos tiene el mismo efecto que el Parlamento Europeo con un caballo: convertirlo en camello de tres jorobas. 

De ello se deriva la confusión, no sólo de competencias sino de método. Verbigracia: si el problema del Madrid era penal, meta usted a la policía con sigilo y que la Fiscalía detenga a los culpables. Pero no lo cuente en la prensa hasta que los susodichos estén en chirona o se hayan quedado sin su dinero. Y no intervenga el banco, que es lo que se ha hecho, y que es por lo que han pagado justos por pecadores.

Y así, en el caso BPA seguimos sin saber quién está detrás de todo esto, quiénes eran los malos de la película y quiénes los buenos, mientras la reputación del sistema bancario español declina. Eso sí, el Banco de España asegura que ha cumplido su papel. Entonces, todos contentos. 

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com