Es curioso, el descontento francés, los famosos chalecos amarillos, surgieron de repente, como estallido de un cabreo social. En esto, se parece al 15-M español, unos chicos bien intencionados que, a la postre, resultaron manipulados por el jeta de Pablo Iglesias, hoy todo un señor. Pasaron del “no nos representan” a ser representados por el que gritaba el eslogan. Luchaban contra la casta y crearon la casta de los iglesias, bescansas y errejones, con sueldos, pensiones y prebendas de diputado. ¡Qué asco que me doy!

Pero eso sí, todo salido del erario público… que se surte de las pensiones de los malvados privados.

Es decir, los españoles piden más Estado, los franceses menos

Y no se parecen en nada más. Al final, Pablo Iglesias es un neocomunista enamorado de Papá Estado. Todo lo solucionan subiendo los impuestos, que naturalmente pagan otros, a lo mejor los de la casta porque a él lo que le gusta es ser funcionario. Sí, los funcionarios pagan impuestos pero también cobran su sueldo de esos impuestos.

Por el contrario, los chalecos amarillos hacen todo lo contrario: exigen a Macron menos impuestos: “Taxes, ça suffit”. Están hartos de un Macron que no hace otra cosa que encarecer los gravámenes a quienes sí los pagan: la clase media, aquella que se ha ganado su patrimonio trabajando duramente, la misma que sufre la expropiación continúa de los ‘progresistas’.

La derecha anda ideológicamente confusa, pero anda que la izquierda

Es decir, para Iglesias y los perroflautas de Podemos lo progre es subir impuestos con los que, afirman, mantener el Estado del Bienestar. Los chalecos amarillos, sin embargo, han salido a la calle debido a la implantación de un impuesto tan ecológico como el que grava el diésel.

Observen la imagen: “Taxes, ça suffit”.

La derecha anda ideológicamente confusa, pero anda que la izquierda.