La noticia ha llegado como agua de mayo a la entidad aragonesa, obligada a salir a Bolsa antes de fin de año para reducir la participación de la Fundación en el banco, actualmente del 87,8%, por debajo del 40% del capital. Las perspectivas no podían ser peores después de que 2020 esté siendo el peor año en la historia del Ibex, con una caída del 28,94% en el primer trimestre, y del 22,21% en marzo. Salir a Bolsa en este contexto habría sido un suicidio.

La alternativa al mercado tampoco era viable, ya que la Fundación, para mantener ese 87% debía crear un fondo de reserva imposible a estas alturas de la película. La única solución era la salida a Bolsa e Ibercaja se había preparado para ello, con José Luis Aguirre en la Presidencia y Víctor Iglesias como consejero delegado.

Ahora bien, la alegría no ha sido plena: el borrador del Real Decreto aprobado este martes por el Consejo de Ministros establece que, si la Fundación decide aplazar el debut en el mercado, deberá aportar, cada año de aplazamiento, el 50% del dividendo percibido a un fondo de reserva. Aplazar la salida a Bolsa sí, pero con condiciones. En 2019, Ibercaja ganó 84 millones de euros, más del doble que en 2018.