Pedro Sánchez ha anunciado que en breve plazo podremos quitarnos el bozal. Ojo, solo en exteriores. Ya hemos dicho que si no lo permite la gente, harta de tanto embuste lo hará ‘motu proprio’. Y entonces es cuando el científico Sánchez decide que hay que quitarse la mascarilla… no vaya a ser que el personal me la tire a la cara. Porque el personal está un poco harto.

Lo llamativo es que él sólo se guía por “evidencias científicas” y según lo que le dice “la ciencia”. Por eso, cuando el Comité Sanitario, supuestos expertos, no se pone de acuerdo (así ocurrió el martes 15), va Sánchez y lo anuncia el miércoles 16 -las buenas noticias las anuncia él- y queda como un señor.

Otra de las consecuencias del Covid para lo que no hay vacuna: la conversión de España en un Estado, no estrictamente policial, sino punitivo-social: el vecino es quien te vigila y te censura

Más. Miriam Díaz Aroca ha dicho lo que piensa. Y eso, claro, es grave. En cualquier caso, Aroca se atrevió a decir algo tan sencillo como el que se quiera vacunar que se vacune y el que no, que no lo haga. Con un apósito: los vacunados no respetan a lo no vacunados, que pasan a ser unos parias, irresponsables, insolidarios y, probablemente, fascistas.

Esto es lo que ha generado el virus, lo peor de todo: la conversión de España en un Estado, no estrictamente policial, sino punitivo-social. No es la policía la que te persigue si no acatas las normas –por cierto, nada claras, cambiantes y, en su mayoría, ineficaces- sino que es el vecino quien te vigila y te somete a riguroso tratamiento masivo. Como te salgas del rebaño -creo que de ahí viene los de inmunidad de rebaño- estás frito.

Y el vecino hará de policía y juez… porque tiene miedo.

Y, por cierto, lo de libertad para vacunarse o no vacunarse... dentro de un orden. Verbigracia, Moscú ha decidido la vacunación obligatoria en todo el país. Al parecer, los rusos eran ligeramente remisos. 

En cualquier caso, Aroca ha hecho, además, otro apunte interesante: lo peor de este virus no son las muertes. Todos los días mueren miles de personas por distintas causas y el virus jamás alcanzará la cifra de muertos por abortos y por abortivos… por ejemplo.

Hemos creado una sociedad de misántropos, incapaces de estrechar la mano al prójimo

Lo peor es que hemos creado una sociedad de misántropos, incapaces de dar la mano al prójimo o de cualquier gesto de afecto con sus semejantes. Por eso, habrá que aplaudir a doña Miriam cuando habla de la salud mental, la más dañada por el Covid-19.

Es cierto que el miedo va desapareciendo pero aún colea. Un miedo irracional, miedo a la muerte, a lo que no ayuda nada que el poder –por ejemplo, Fauci y Simón- se hayan hinchado a mostrarnos su ignorancia y sus mentiras. Hoy sabemos algo más del coronavirus pero, miren por dónde, aún no sabemos su origen.

AstraZeneca ha provocado una nueva muerte en España. Un caso, ciertamente. Pero es que el problema de las vacunas no son las muertes que pueda causar -son, en efecto, pocas- ni los efectos secundarios. Los problemas de las vacunas son varios y variados:

1.¿Cómo se han conseguido? No todo vale, Por ejemplo, se sabe que en la fabricación de vacuna se han empleado líneas celulares procedentes de fetos abortados. ¿Por qué lo han hecho?

2.¿Cuáles son, no los efectos secundarios, ni su eficacia o seguridad sino sus consecuencias a medio plazo? ¿Qué nos están metiendo para curarnos del virus? Porque sabemos que la vacuna protege contra el virus pero los efectos secundario a medio plazo, es otro misterio.

3.Las consecuencias económicas: ¡Qué casualidad! que el país donde nació el virus, China, no haya resultado el más afectado por el virus. Es más, con el virus chino se convertirá en la primera potencia mundial.

4.Las mentiras. Empezamos con dos dosis anuales de vacuna. Ya nos anuncian una tercera y quién sabe si no tendremos que vacunarnos contra el Covid cuatro veces por año. ¿Inmunidad? ¡Pues menuda inmunidad! No sabemos el origen, pero tampoco las consecuencias.