A la crisis de DIA se une, este miércoles, la nueva rebaja de rating del grupo por Standard & Poor’s -sigue los pasos de Moody’s- ante una evidencia: los riesgos de incumplir con sus compromisos financieros por falta de liquidez (tiene en caja sólo 130 millones).

La agencia entra así en una de las asignaturas pendientes de resolver, en plena renegociación de la deuda con la banca. Ahora bien, se traslada en igual medida a otro termómetro, el de la cotización de los bonos del grupo, con rentabilidades disparadas, y la decisión que puede tomar Mikhail Fridman ante esa situación.

Afecta, en concreto, a tres emisiones con un valor nominal de 905 millones de euros y con vencimientos en 2019, 2021 y 2023. El descuento de los bonos está entre el 31%, en los que vencen en 2019, y el 42%, en los que vencen en 2013. La rebaja de calificación de S&P, como se observa en el gráfico, ha dado la puntilla a esas emisiones, que se habían recuperado bastante tras el anuncio de la ampliación de capital.

La avalancha de ventas prueba la desconfianza en el grupo y su posible quiebra

Los desplomes, en paralelo, prueban, no sólo la avalancha de ventas, sino, más importante, el aumento de la desconfianza para que el grupo salga de su crisis. A esas razones, precisamente, apunta S&P para rebajar la calificación del grupo: la falta de liquidez e incluso la quiebra. 

Ahora bien, en el mientras tanto, siguen abiertas todas las opciones para que Fridman dé un golpe de mano para hacerse con la cadena, a través del fondo LetterOne. Es el otro ángulo de observación, sobre todo si tenemos en cuenta que una de las cláusulas de esos bonos (redemption, en el documento adjunto), obliga a una amortización anticipada si cambia el control en el grupo.

Nada indica, al contrario, que Fridman de por perdida su inversión y no vaya a plantar cara a la banca

Fridman, dicho de otro modo, se ahorraría mucho dinero -con descuentos de entre el 31 y el 42%- si compra esas emisiones antes de tomar el control del grupo a través de una OPA. Posteriormente, lanzaría nuevas emisiones (rollover) a cinco años.

cotización de los bonos

El magnate ruso se mueve entre dos opciones, básicamente: para mandar al traste su inversión (algo que casa muy mal con el dinero que mueve Letterone, ni con sus aspiraciones) o plantar cara a los bancos acreedores y al Consejo der Administración. Y puede hacerlo acudiendo a una inyección de capital de 600 millones, que no comparte y ha rechazado, o el lanzamiento de una OPA, que le saldría más barata que la ampliación, como informábamos ayer.

En cualquier caso, si su objetivo es hacerse con el grupo, se habrá planteado también hacerse con la deuda de los bonos. De lo contrario, debería realizar amortizaciones anticipadas para pagar el 100% (905 millones). La otra opción es comprarlos a menor precio, aprovechando los descuentos. Esa operación, obviamente, la abordaría desde fuera, sin hacerse visible, a través otros intermediarios.