Por enésima vez el Gobierno alemán intenta forzar una fusión entre sus dos grandes bancos: el Deutsche y Commerzbank. Triste espectáculo porque ni el uno ni el otro constituyen un ejemplo a seguir. El Deutsche se ha metido en todos los charcos y el Commerz ha intentado ser un banco universal y jamás lo ha conseguido.

Sencillamente, se trata del orgullo alemán, que no puede permitir que ninguna de sus grandes entidades sea absorbida por un banco extranjero. El águila teutona no volaría nunca más.

Además, Berlín, expertos en hacer de la necesidad virtud, aseguran que eso es lo que pretende el Banco Central Europeo (BCE). No es verdad, lo cierto es que en Francfort alienta las fusiones, sí, pero las fusiones trasnacionales.

Solo que ningún país quiere perder soberanía bancaria

Andrea Enria, el hombre de la supervisión bancaria, lo que quiere es una banca más grande en capital que aproveche las bodas para reducir oficinas y empleados.

En España, no obstante, nada más conocerse la noticia han vuelto a hacerse quinielas. Porque las fusiones se llevan a efecto cuando reguladores y gobiernos las apoyan. Como nadie se atreve con las fusiones trasnacionales, Bankia vuelve a convertirse en el eje de la reconversión o concentración bancaria española: Bankia con BBVA, Bankia con Caixabank o Bankia con Sabadell.

Y el reflujo: si las concentraciones se perfilan en el interior de un país se dispararán los despidos y cierre de oficinas

En cualquier caso, la pérdida de empleo está asegurada. Y el nuevo modelo digital, no lo olvidemos, todavía no ha demostrado su eficiencia… en ningún país.