Si alguien pensaba que Deutsche Bank había tocado fondo, se equivocaba. Solo durante el tercer trimestre, el mayor banco alemán perdió 832 millones de euros, con lo que las pérdidas hasta septiembre alcanzaron los 4.116 millones. En septiembre de 2018, el banco ganó 455 millones.

¿Qué ha pasado o, mejor, qué está pasando? Que la entidad está sumida en una reestructuración inédita y, sobre todo, costosísima. En julio, recuerden, el banco anunció un plan de transformación con un impacto negativo de unos 6.500 millones de euros. Entre otras medidas, incluía un ajuste de plantilla de 18.000 trabajadores en tres años.

Lo más probable, vista la trayectoria de los nueve primeros meses, es que Deutsche Bank cierre 2019 con pérdidas. Sería el quinto año consecutivo en números rojos. Está claro que el banco no funciona.