• La última nota de color del callejón sin salida en el que se encuentra es salida de los dos copresidentes, Fitschen y Jaine, por los múltiples escándalos.
  • Pero el problema de fondo viene de mucho más atrás: desde que se resituó en la banca de inversión olvidando el negocio crediticio.
  • El giró comenzó en 1998 con la compra de Bankers Trust, especialista en operaciones de riesgo: quería parecerse más a Goldman Sanchs.
  • Sus ejecutivos se olvidaron del cliente particular en busca del beneficio rápido (especulativo), sobre todo en los años salvajes previos a la crisis.
  • Hoy afronta multas millonarias por todas las esquinas: acumula hasta 6.000 litigios, entre otras cosas por manipular los índices interbancarios.

El Deutsche Bank es el primer banco alemán y, además de eso, un símbolo financiero de país. Nadie lo duda. Pero refleja también, paralelamente, desde hace décadas, la contradictoria historia de un gigante bancario con una profunda crisis de identidad en sus venas. Nació en 1870 para servir en la financiación a las empresas exportadoras; se centro después, sin olvidar a la gran industria, en la banca comercial y la atención a los clientes particulares, y acabó finalmente, a golpe de talonario, en un modelo de banca de inversión esencialmente especulativa. El desenlace es el callejón sin salida en el que se encuentra, repartido entre multas millonarias por prácticas bancarias irregulares (la última, en abril) y el lastre en sus beneficios, lo cual, como es lógico, enciende a sus accionistas. La última prueba de esa crisis se midió en mayo de 2014 con la ampliación de 8.000 millones para superar los test de estrés. Ese el contexto en el que se sitúa el anuncio, ayer domingo, de la caída de sus dos copresidente, el indobritánico Anshu Jain y el alemán Jurgen Fitschen. Eran demasiados los escándalos y demasiado ralos los resultados financieros para que siguieran adelante. Se acelera así el relevo de los dos ejecutivos que subieron a la cúpula en 2012 y cuyo mandato estaba previsto hasta finales de 2017. El nuevo hombre fuerte de la entidad será, con todas las funciones a partir de mayo de 2016, el británico John Cryan, director financiero de UBS de 2008 a 2011 y miembro del Consejo de Vigilancia de Deutsche Bank desde 2013. La oposición a Jain y Fitschen se hizo palpable en la última junta de accionistas. Más del 40% de ellos rechazó su gestión y en ese ánimo pesaban tanto el recorte de un 50% en los beneficios como la derrota legal que había sufrido el banco en EEUU y Reino Unidos, en abril, por la manipulación de índices (Líbor, Euríbor y Tibor) durante años. La multa ascendió a 2.252 millones de euros. Fue la gota que colmó el vaso. Precisamente, uno de los cometidos con el que habían asumido sus funciones Jain y Fitschen había sido alejar al banco de la mala imagen de especulador que se ganó a pulso en la etapa anterior del controvertido Josef Ackermann. Y además, tampoco han salvado las cuentas. Ni una cosa ni otra. A la multa por manipular índices, se añade que el banco acumula hasta 6.000 litigios por distintas causas y que tuvo que abrir investigación interna en su división de inversiones en Rusia por blanqueo de dinero (el fraude podría rondar los 5.500 millones en los últimos cuatro años). No es poco. La incógnita inevitable es si John Cryan será capaz de doblegar la situación o empeorar las cosas. El banco está imbuido, además, en un proceso de reestructuración en el que se olvida más todavía lo que menos disgustos da, la banca minorista, y se empecina es que querer ser uno de los grandes en baca de inversión, a pesar de la multas que tiene que encajar. La aspiraciones en ese sentido tiene una fecha, 1998, año en el que compró el banco norteamericano Bankers Trust, especializado en productos derivados y operaciones de alto riesgo, con el pretendía olvidar lo que había sido hasta ese momento y parecerse más a Goldman Sachs. Experimentó después un cierto contrapeso en los riesgos que asumía al adquirir del banco de Correos Postbank, decidida por Ackermann en 2008. Volvía así, parcialmente, al negocio de banca comercial. Conviene recordar que Deutsche Bank tiene casi nueve millones de clientes particulares en Alemania y financia a unas 12.000 pequeñas y medianas empresas. El Postbank está hoy en venta, dentro del ajuste para cerrar 200 sucursales en Alemania y recortar 3.500 millones de euros en cinco años. La prensa alemana, mientras, no ha ahorrado críticas por la deriva especulativa de Deutsche Bank. La última muestra fue un duro editorial en Der Spiegel, en el que ponía a caldo la gestión de sus directivos: "El Deutsche Bank sufre hasta hoy de la corrupción de costumbres derivada de la incorporación de los banqueros de inversiones. Y tiene que seguir pagando hoy sanciones de miles de millones por sus delitos de entonces. Hace tiempo que debería haberse dado cuenta de que está en un callejón sin salida porque se ha vuelto dependiente de los mismos que tanto contribuyeron a sus ganancias, pero que hoy son responsables de pérdidas astronómicas". Rafael Esparza