HSBC ganó 3.898 millones de dólares en 2020 (unos 3.200 millones de euros), un 34,7% menos que en 2019, debido, principalmente, a las millonarias dotaciones destinadas para cubrir posibles impagos. Estamos hablando de unas provisiones de 8.817 millones de dólares (7.243 millones de euros), un 220% más que las realizadas un año antes.

Las dotaciones fueron muy elevadas, es cierto, pero también lo es que el negocio retrocedió durante el ejercicio: los ingresos por intereses cayeron un 9,5%, hasta 27.578 millones de dólares (22.654 millones de euros), mientras las comisiones lo hicieron un 1,2% y no superaron los 11.874 millones de dólares (en euros, 9.754 millones).

El negocio no marcha y el problema no es el coronavirus. El banco que dirige Noel Quinn lleva varios ejercicios en el punto de mira de las autoridades por diversos escándalos de evasión fiscal y lavado de dinero. Así las cosas, en agosto de 2019, el entonces CEO, John Flint, anunció por sorpresa que abandonaba el banco. Su mandato sólo duró dos años y medio. 2019 fue un ejercicio muy complicado, con pérdidas históricas en Europa, su mercado ‘doméstico’ junto al de Hong Kong.

En ese contexto, el HSBC anunció un ajuste de 35.000 empleados, el 15% de la plantilla, en tres años, hasta 2022. Durante 2020, primer ejercicio bajo la influencia del Covid, dejaron la entidad unos 10.000 trabajadores, de los que 4.000 lo hicieron durante el último trimestre. HSBC pretende potenciar el mercado asiático y reducir los negocios menos rentables en Europa. En este sentido, el banco admitió este martes que no podrá cumplir el objetivo de rentabilidad prevista, de entre el 10 y el 12% en 2022. Se tendrá que contentar con el 10%, aproximadamente, a medio plazo.

Y mientras ajusta la plantilla y reduce los objetivos de rentabilidad, el banco anunció la vuelta al dividendo: pagará, de momento, 0,15 dólares por título, con cargo al ejercicio 2020. No ha sido suficiente para animar la cotización del banco, que cae más de un 2% este martes.