A ver si nos entendemos: el aceite de oliva es un sector estratégico para España. Y todo se concentra en una sola empresa: Deoleo, cuyo máximo accionista es el fondo CVC (50%), seguido de la Fundación Bancaria Unicaja (11,3%). Para que se hagan una idea del tamaño, Deoleo -que fabrica Carbonell, Hojiblanca, Bertolli y Carapelli- ronda los 200 millones de euros de capitalización bursátil. Este jueves, por cierto, día en el que ha celebrado su Junta de Accionistas, ha bajado un 2,4%, hasta los 0,18 euros por acción.

La primera idea fuerza: Deoleo necesita un cambio inmediato. Y un cambio profundo.  No vale poner parches para salir del paso. Lo ha dicho el presidente y consejero delegado, Pierluigi Tosato: “Nos encontramos ante, posiblemente, uno de los momentos más críticos del negocio del aceite de oliva”, ha señalado, para luego explicar: “No se apostó por un consumo que valorase el excelente producto sino por un consumo por precio”. Y eso conlleva resultados en el corto plazo pero es demoledor en el largo. Y ya hemos llegado a ese momento.

El problema es que nadie quiere poner el dinero que hace falta para mejorar la producción que, entre otras cosas, requiere más personal. Y a todo esto, el nuevo Gobierno tendrá que decidir si entra en el capital o no. Ojo, no estamos hablando de cantidades ingentes de dinero. Por ejemplo, para controlar el 10% sólo harían falta 20 millones de euros. ¿Y qué son 20 millones para la SEPI? El anterior Ejecutivo y su ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, primero obligó a las cajas de ahorro a quedarse, luego prometió que el Estado entraría pero, a la hora de la verdad, incumplió su palabra y no lo hizo.

Todo esto en un contexto en el que Europa ha rebajado la PAC, aunque esto poco tiene que ver con lo que realmente necesita el aceite de oliva español: más dinero.