• Multiplica por tres las pérdidas en 2016 (179 millones) y se atreve a mencionar la bicha: "causa de disolución".
  • Culpa al "inesperado cambio en la normativa fiscal", que le obliga a equilibrar capital y patrimonio.
  • Pero los resultados, flojos, tienen relación con la crisis de calidad en Italia y la caída de la facturación.
  • Mejora los márgenes, aunque por su reestructuración (cierre de la planta de Antequera y despidos).
  • El Gobierno no quiere entrar, lo que ayudaría en la corrección de precios en un sector estratégico.
Entra dentro del lógico principio de acción y reacción que Deoleo se desplome en bolsa al día siguiente de presentar los resultados 2016, con una serie de puntos clave como que ha multiplicado por tres sus pérdidas (hasta 179 millones) o que ha incurrido en causa de disolución que es lo que pasa cuando una empresa vale menos de lo que debe o tiene un desfase imposible de casar entre patrimonio y capital. Pero nada ocurre porque sí en la principal aceitera del mundo, marca nacional de referencia en el sector, pero controlada por un fondo de capital riesgo extranjero -por tanto, sin arraigo- , en este caso el británico CVC. El modus operandi de esos fondos, de hecho, se mueve por criterios que nada tienen que ver con un sector estratégico del que dependen miles de familias. Lo más sorprendente, con todo, es el chantaje implícito al Gobierno en el propio comunicado de Deoleo, en que le se dice, textualmente, que el impacto "del inesperado cambio en la normativa fiscal" fue de 53,3 millones de euros, lo que "ha llevado a la compañía a incurrir en causa de disolución". En otras palabras, los resultados son flojos pero además, por culpa de las nuevas normas fiscales -aplicables a todas las empresas- tiene que provisionar por deterioro de los activos (93 millones) para restablecer el equilibrio entre el capital y el patrimonio neto. No deja de ser una cuestión meramente contable que no afecta a la caja y que se puede salvar, por ejemplo, con una ampliación de capital. Obviamente, no es la única causa, porque la crisis de calidad en Italia le ha supuesto unos gastos de 33,6 millones y la aceitera, además, está en fase de reestructuración. Por eso ha vendido la planta de Antequera (Málaga) o ha abierto un ERE que afecta a 95 trabajadores en España o tiene un nuevo plan para Inveruno (Italia). Y a eso se unen las cuentas en sí, que reflejan una mejora, muy poco a poco, de los márgenes operativos. La facturación, con todo, baja un 15% debido al aumento de los precios del aceite en origen, y el Ebitda cae un 30%, hasta 46,1 millones. El problema está es los precios del aceite o en su antesala, los precios de la aceituna, que se traslada al precio de los precios de la distribución y en eso siempre pagan el pato los mismos, la cooperativas y el agricultor. No son pocos motivos para que el Gobierno diera un paso, a través de la SEPI, para influir en la corrección de precios de una materia prima, pero la ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, ha confirmado que ese paso no llegará, a pesar de las dudas sobre la gestión. Hablamos de una empresa con una capitalización bursátil de 265 millones, la mitad de la deuda financiera neta, 533 millones, que subió un 1,5% en 2016. El "capital español" en la aceitera se reduce a los pequeños accionistas y el núcleo de antiguas cajas de ahorros (21,47%) a las no quedó otra que quedarse (son Caixabank, Unicaja y Kutxabank). Esos accionistas se lamentan de que Deoleo se haya depreciado la mitad desde la OPA lanzada por CVC, en diciembre de 2014. La oferta fue a 0,395 euros por acción y los títulos están a 0,22, tras el desplome de este miércoles (entre el 8% y el 12%). Rafael Esparza