Para demostrar el carácter chulesco del presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, no hace falta más que verle andar o contemplar cómo trata a los periodistas que tratan de extraer alguna palabra del líder. Sabíamos que la nota distintiva de Pedro Sánchez es su carácter chulesco con todo aquel que se atreva a no aplaudirle.

En los mentideros políticos madrileños es un secreto a voces que la nota distintiva del presidente en funciones es su resentimiento, su carácter rencoroso y vengativo, producto de una egolatría que le lleva a no olvidar el menor agravio… e incluso inventarse unas cuantas ofensas inexistentes de todo aquel que ose criticarle.

Pedantería sanchista con las “evidencias científicas”: si son científicas no son evidencias; si son evidencias sobra la ciencia

Ni por un segundo pondera Sánchez Perez-Castejón que el adversario puede estar actuando con rectitud de intención, ni por un segundo contempla la hipótesis de que tenga razón aunque sea en una parte minúsculo de su parlamento (nunca mejor dicho).

Pero en el debate, profuso debate del miércoles 11, el día del 11-S, descubrimos otra perla distintiva del líder socialista: la envidia. En su cruce de palabras con Pablo Casado un Sánchez alterado le tildó de tonto memorión: “Usted, de memoria mucho, pero de otras cosas…”, insistía un Sánchez obsesionado con un Casado que no tiene un discurso profundo, ni mucho menos, pero que dispone de una memoria bien curtida, que le permite ofrecer discursos económicos ‘a capela’, sin consultar cifras en un papel.

El problema de España no es ni el neocomunismo podemita ni el independentismo catalán: el problema es Sánchez

Falto de serenidad, Pedro Sánchez intentaba ridiculizar al líder de la, más o menos, leal oposición pidiendo que sus asesores le escribieran bien las cifras.

Y con unas gotas de pedantería, como cuando hablaba de “evidencias científicas” del cambio climático. Señor presidente: si son científicas no son evidentes, si son evidencias sobra la ciencia.

Con estos mimbres, resulta que el problema de España no es ni el neocomunismo podemita ni el independentismo catalán, ni el veleidoso Rivera, ni el tibio Casado: el problema no es ni tan siquiera el PSOE: nuestro problema es Sánchez.