Domingo por la tarde. Nuestro locuaz presidente del gobierno, don Pedro Sánchez Pérez-Castejón, nos armoniza el crepúsculo dominical con una rueda de prensa telemática, es decir, más manipulada que cuando había ruedas de prensa presenciales.

Naturalmente, el secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver no le concede la palabra a Hispanidad y reduce el número de intervinientes habituales, ante el enfado que empieza a mostrar el presidente por un par de preguntas, sólo medianamente aviesas, que le incomodan.

Ojo al dato: el presidente del Gobierno español alaba a las tiranías árabe y china mientras se ensaña con el árbol caído Trump (o lo que él considera caído)

Sánchez comienza explicándonos su magna intervención en la reunión telemática del G-20, en esta ocasión presidida por Arabia Saudí. Sin ningún temor al ridículo, nuestro estadistas alaba que Riad,- sí, la meca del fundamentalismo islámico- ha mostrado una gran receptividad ante los planteamientos feministas, por ejemplo de España.

No es coña: asegura Sánchez que la presidencia organizadora, de esta edición del G-20 ha mostrado receptividad hacia los proyectos de igualdad de género.

¿En serio, Pedro? ¿Se imaginan a Mohammad bin Salmán bin Abdulaziz Al Saud abrumado por conseguir la igualdad de las féminas? ¿De verdad?

Pero aun peor es cuando Sánchez vierte un chorro de halagos hacia la tiranía china de Xi Jinping, por su apoyo al muy verde Acuerdo de París y -atención, atención-, por su generosidad con los países pobres cargados de deuda pública: si me pinchan no sangro.

Mantendrá la alianza con Podemos: desahucios prohibidos hasta el 31 de enero del próximo año 2021

La tiranía china que primero ha esparcido el virus por el mundo y luego se ha dedicado a vendernos a precio de oro el material sanitario necesario para ‘protegerse’ de dicho virus, resulta ser, según don Pedro, la clave de bóveda para la nueva justicia social universal. ¡Ay que risa, tía Felisa!

Al tiempo, Sánchez se ensaña con el árbol caído Donald Trump. Bueno, al que él considera caído, porque aunque es verdad que Estados Unidos se está volviendo progre y que el muy progre títere Joe Biden se consolida como nuevo presidente, lo cierto es que el gran mérito de Donald Trump es doble: ha detenido la marea del Nuevo Orden Mundial (NOM) durante cuatro años y ha hecho que muchos, fuera y dentro de Estados Unidos, tomen conciencia, y consciencia, de a dónde nos llevan personajes como, por ejemplo, Pedro Sánchez.

Más, el Gobierno socio-podemita seguirá adelante con la perversión de menores, vía 'ley Celaá': las manifestaciones de horas antes no tenían nada que ver con la mayoría absoluta, de “más de seis grupos  políticos y 186 diputados” que aprobaron la 'ley Celaá'.

Es decir: empieza Sánchez a gobernar con todo tipo de gente rara y contra la opinión popular. Porque si, en efecto, ahora mismo se sometiera a referéndum la 'ley Celaá', preveo que el resultado no sería el habido en el Congreso.

En inmigración, por el contrario, adopta el lenguaje del malogrado Matteo Salvini: ahora Sánchez habla de “mafias”

Y, como siempre, la mentira por bandera. Insiste Sánhez -rostro pétreo- en que su estado de alarma de marzo fue un éxito. Es decir, el país de Europa -entre los comparables, no San Marino ni Andorra- que más muertos por habitante provocó y que más arruinó su economía -o sea, él- fue un éxito. Oiga, y nadie le replica.

Y más: mantendrá la alianza con Podemos: habrá desahucios prohibidos hasta el 31 de enero del próximo año. Contra la opinión de su propio partido, el PSOE, donde ya no se tolera ni la menor discrepancia ante Podemos.

En inmigración, por el contrario, Sánchez ha adoptado el lenguaje del malogrado Matteo Salvini: ahora habla de “mafias” que trafican con seres humanos. Pero hombre, presidente, que ese es el idioma de la derecha. Recuerde: las mafias son un invento de la derechona egoísta: lo suyo es el papeles para todos con cargo al erario público que es, en efecto, de todos. Y entonces es cuando Sánchez, superado por la marea de su propia demagogia, crea un Lesbos, o un campo de Moria en Arguineguin, y se hace aún más rehén del sinvergüenza de Mohamed VI.  

Lo dicho: ridículo en el exterior y frentepopulismo en el interior. Y pobre de aquel que se atreva a discrepar. No se le concederá la palabra y se le perseguirá como hacedor de bulos. Y a correr.

Sánchez podrá repetir aquello de su ídolo, el nefasto John Kennedy: cuanto peor lo hago más me aplauden.