Iván Redondo, el único cerebro de La Moncloa, ya no es -lo fue- un encendido partidario del doctor Fernando Simón. No niega que ha sido un instrumento útil durante el confinamiento duro, es decir, durante el fracaso del Gobierno contra la pandemia- pero ahora estamos en otra etapa. Tras el coronavirus, la Moncloa actual lleva la marca de Satán, esto es, la política ‘kleneex’ de usar y tirar: primero te ofrece todo pero cuando dejas de ser útil te abandona.

Simón mintió a los españoles en los momentos más duros de la pandemia, para forzar una Estado policial y aplacar cualquier rebelión ciudadana contra el liberticidio. El confinamiento más duro de Europa dio los peores resultados de Europa y Simón ocultó el número de muertos de la pandemia.

Insistimos: los españoles no van a aceptar un segundo confinamiento porque, si el miedo es mucho, la desesperación es mayor

Tanto es así que, tras manipular a sus propios organismos (por ejemplo, el MoMo del Instituto Carlos III, dependiente del Ministerio de Hacienda) ahora ha centrado la atención de sus ruedas de prensa que empiezan a resultar una extravagancia, en los infectados. Todo ello sumergido en el caos de una doble contabilidad (número de infectados por día que no coinciden con la suma de los días de la semana) que está volviendo locos a los periodistas y, por tanto, a la audiencia que les escucha. Fernando Simón se ha convertido en un funambulista de la realidad que une la mentira y el caos, que, en lugar de tranquilizar a la población, dispara la histeria colectiva.

Por eso, Iván Redondo, el inventor de la técnica del despiste Illa-Simón, está preocupado y empieza a marcar distancias con ambos. Por ahora, Redondo ha ordenado desviar la atención hacia las comunidades autónomas, convertidas en responsables del empeoramiento de los rebrotes. En segundo lugar, y aquí le ha salido el tiro por la culata, si primero ocultó los muertos ahora destaca los infectados. Otro error porque, en efecto, como se hacen más test, resulta que la sensación popular es que el asunto se está descontrolando.

Tras el Covid, ni los votantes socialistas se fían ya de Sánchez. Es más fácil que lo contemplen como un mal necesario a que confíen en él

Y no, no lo está, porque ahora es cuando deberían decir la verdad sobre el número de fallecidos. Forzando el argumento, ¿qué más da que aumente el número de casos, incluso de ingresados, si el número de muertos ha caído en picado? En otoño, ya veremos.

Además, escucho científicos capaces -es decir, los que tienen la humildad suficiente para reconocer que han fracasado ante el coronavirus- preguntarse si estamos ante un virus no ante otra cosa. Cada día hay más expertos (de verdad, no como el doctor Simón) que se han pasado al bando ‘conspiranoide’ y que sin afirmar expresamente que el coronavirus sea un invento bélico chino, aseguran que “China no proporciona la información que necesitamos”.

Por si fuera poco, otro ególatra, aún mayor que Sánchez, un tal Bill Gates, se arroga el haber previsto el Covid tiempo atrás, mientras ejerce de filántropo financiando -o diciendo que financia- las investigaciones para crear una vacuna. O sea, que Bill Gates podría ser el bombero pirómano… o sencillamente un vanidoso aún más vanidoso que nuestro Pedro Sánchez… que ya es decir.

El voto a Sánchez, empieza a parecerse al voto de Podemos: es el voto del resentido, un voto contra alguien, supongo que contra ‘los fachas'

Como alguien -‘alguienes’, muchos, demasiados- ha dicho, en esto del Covid “estamos ante una gigantesca estafa”, propia de un aprendiz de brujo a quien el hechizo se le ha ido de la manos. Y algo está claro: todo apunta a que el coronavirus es un instrumento idóneo para crear un Gobierno global y tiránico. De hecho, más tiránico que global.

En conclusión: durante marzo, abril y mayo el doctor Simón ocultó el número de muertos; en junio y julio miente sobre los ingresados. Así, nadie se fía de España y aumentan las prohibiciones y los vetos y cuarentenas de países europeos sobre España. Por ejemplo, Austria, Dinamarca, Alemania, Francia, etc. Por sus constantes mentiras y sus explicaciones cantinflescas, el Doctor Simón se ha convertido en la figura quemada de un Gobierno huido, al que ya no se le ocurre otra cosa que fusilar al Rey Juan Carlos I, provocando así otra crisis ulterior: un guerracivilismo que ha pasado de latente a explícito.   

E insistimos: los españoles no van a aceptar un segundo confinamiento porque si el miedo es mucho, la desesperación es mayor. Y esa desesperación tiene dos raíces: la pérdida de la fe cristiana que históricamente sostuvo a los españoles y la desinformación total, la mentira permanente, que es la marca de fábrica del Gobierno Sánchez, representado en el doctor Simón. Ni los votantes de PSOE se fían ya de Sánchez. Es más fácil que lo contemplen como un mal necesario a que confíen en él. El voto del PSOE, empieza a parecerse al voto de Podemos: es el voto del resentido, un voto contra alguien, supongo que contra los ‘fachas’.

Tenemos que convencernos de algo: al ególatra Pedro Sánchez lo único que le importa es permanecer en Moncloa el mayor tiempo posible. El resto es secundario.

Todo ello según el esquema Fernando Simón: por la mentira hacia el caos.