Al Gobierno no le salen las cuentas, por mucho que se empeñe. El coronavirus pone en jaque la estrategia económica del  Ejecutivo porque, el coronavirus, puede suponer un varapalo, una vuelta de tuerca más en nuestro estancamiento económico.

Coinciden varios elementos. Que uno de nuestros bastiones de crecimiento, que es el turismo, se vea afectado por la crisis sanitaria, tal  y como temen en el sector, lo que tendrá incidencia directa en la creación de empleo, tocada ya tal y como señalan los últimos indicadores por la subida de los costes laborales, los cambios que se van a producir en la reforma laboral, y el menor crecimiento. Todo ello aderezado por la subida de impuestos que empieza a aplicar el Gobierno con las tasas Tobin y Google y los impuestos verdes que están por llegar además de toda la batería de alzas fiscales que tiene en cartera el ministerio de Hacienda.

 En España, donde los contagios ascienden a 50 este sábado, estamos a las puertas de la Semana Santa, indicativo de lo que puede ocurrir de aquí al verano y termómetro para medir si el miedo puede más que las ganas de viajar. 

Advertía esta misma semana Antonio Garamendi, presidente de la CEOE: “El coronavirus en la economía española se suma a la desaceleración, lo que significa que hay que tener cuidado con las medidas que se tomen, porque pueden afectar más a nuestra economía. En algunos sectores hay problemas de suministro de piezas, con parón de actividad, o cancelaciones en hoteles".

Para añadir que salvo que las autoridades empiecen a decir lo contrario, “yo vuelo en aviones y voy a ferias, por lo que creo que tenemos que saber vivir con normalidad, pero atendiendo a los consejos que nos dan. Animo a la gente a que haga la vida normal", 

Y es que, si el turismo se para, si los viajes de negocios se paran, si no se mueve nadie, si nuestro principal filón económico se estanca, lo vamos a pasar mal porque España se encuentra entre los países que pueden verse más afectados por la caída de visitantes junto a Francia e Italia. En concreto, el Gobierno italiano estima que las pérdidas por causa del coronavirus pueden alcanzar los 5.000 millones, es decir, el 0,3% de su PIB. Hay que recordar que las autoridades de varios países han tomado medidas como el cierre de fronteras o el veto a viajar a determinados destinos para frenar el contagio.

Mientras tanto, aquí en España, el ministerio de Sanidad acaba de informar que los casos de coronavirus confirmados en España ascienden a 50 este sábado, incluidos las dos personas que ya han sido dados de alta, tras los nuevos contagios registrados durante la mañana.

Estamos a las puertas de la Semana Santa, indicativo de lo que puede ocurrir de aquí al verano, termómetro para medir si el miedo puede más que las ganas de viajar. El turismo en Semana Santa es sobre todo nacional. Son los españoles los que más se mueven por lo que este flujo de viajeros podría verse afectado si se restringe el movimiento entre ciudades o se cancelan actos multitudinarios que atraen turistas, como las procesiones en las grandes ciudades del sur.

Moncloa baraja, entre sus escenarios de contingencia y ante la posibilidad de que el brote se agrave en las próximas semanas, una revisión a la baja de las expectativas de crecimiento 

El sector quiere  evitar a toda costa situaciones de cuarentena como la del crucero Diaomond Princess que tuvo que permanecer en Japón con más de 3.000 personas a bordo, y casos como el del  hotel H10 Costa Adeje Palace en Tenefife, donde un millar de personas permanecían aisladas tras la confirmación de un caso positivo entre los huéspedes. La compañía de cruceros Pullmantours, por ejemplo, ha anunciado que prohibirá embarcar a cualquier persona que haya viajado desde o a través de las regiones italianas del norte en los últimos 15 días. En la misma línea, MSCCruceros ha establecido controles obligatorios para todos sus clientes y la prohibición de embarcar a cualquier persona que haya estado en los focos de contagio en los últimos 14 días.

La ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, aseguraba esta semana que desde el Gobierno están pendientes de la evolución del coronavirus en España al mismo tiempo que pedía "precaución" además de resalar que las cifras de contagio en nuestro país son aún muy bajas, por lo que "los turistas deben estar tranquilos".

Por su parte, la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, señalaba que era pronto para hacer una evaluación sobre los impactos económicos que supondrá la emergencia sanitaria. 

Pero lo que está claro es que no vamos a crecer en la medida en la que estima el Gobierno, es decir, el 1,6% en 2020, y que estamos ante las cuentas del Gran Capitan porque, en estas circunstancias, la aparición del coronavirus debería suponer una rebaja extra de dos o tres décimas sobre lo previsto, en función de la duración de la crisis sanitaria, según los expertos.

El Gobierno no será por supuesto tan agresivo en el recorte de estimaciones pero, lo que está claro es que Moncloa, entre sus escenarios de contingencia y ante la posibilidad de que el brote se agrave en las próximas semanas, baraja ya una revisión a la baja de las expectativas de crecimiento de la economía española en la primera mitad del año.

El actual cuadro macro plantea un difícil ejercicio de equilibrismo en el que el Ejecutivo promete más gasto público y una relajación aún mayor de los objetivos de déficit en un contexto de menor crecimiento económico 

La información que ha llegado en los últimos días, desde las empresas y desde diferentes ámbios económicos, a los despachos del Gobierno -tanto directamente a Moncloa como a través de la Vicepresidencia de Asuntos Económicos- ha elevado el nivel de preocupación

Asi que, después de ganar el primer asalto que ha supuesto el apoyo de ERC a la senda del déficit y al techo de gasto, el actual escenario de incertidumbre puede hacer saltar por los aires el cuadro macroeconómico actualizado recientemente.

Un cuadro macro que plantea un difícil ejercicio de equilibrismo en el que el Ejecutivo promete más gasto público y una relajación aún mayor de los objetivos de déficit en un contexto de menor crecimiento económico y de frenazo en la creación de empleo y que, según los expertos, pasa inevitablemente por una fuerte subida de impuestos y por una desviación aún mayor de las metas de consolidación fiscal.

 Desde el área económica del Gobierno consideran no obstante que esta situación refuerza la posibilidad de arrancar a Bruselas un mayor margen fiscal para España. La Comisión Europea ya ha afirmado que quiere ver los Presupuestos Generales de 2020 antes de tomar una decisión.