El coronavirus parece un contradiós, sea invención china para controlar el mundo, se trate de ‘mera’ negligencia china en experimentos bacteriológicos, de un producto de la insana costumbre china de comer todo lo que vuela menos los aviones y todo lo que tiene patas menos las mesas, o sea, ‘simplemente’, un desastre natural surgido en China. No sabemos casi nada de él, pero sí que es chino. O sea, que identificarlo como chino no supone racismo en modo alguno: no es una injuria, es una descripción. Por eso, aplaudo a Donald Trump cuando le acusan de racismo por hablar de virus chino… porque realmente procede de China.

Además, el Régimen comunista de Xi Jinping no ha respondido a ninguna de las preguntas formuladas por Occidente y encima nos vende, con mucho desdén, material sanitario que ya tenía preparado. ¿Y cómo es que ya lo tenían preparado?

Y todo esto quiere decir que Occidente debe rebelarse contra el ataque chino y no babear ante la aduana china que encima se está demostrando una chapuza de grandes proporciones, pagada a precio de oro.

El Régimen comunista de Xi Jinping no ha respondido a ninguna de las preguntas formuladas por Occidente sobre el Covid-19

Pero el coronavirus ha generado otros problemas, no menos importantes. Por ejemplo, el Covid-19 -y sí establezco una relación causa-efecto- ha golpeado a la Eucaristía y a su paso previo, el sacramento de la penitencia. Sin esos sacramentos, no hay Iglesia o al menos, como le ocurre a la economía española, por mor de don Pedro Sánchez, la Iglesia permanece ‘hibernada’.

El ataque a la eucaristía es mortífero, aunque no mortal -no, no es lo mismo-: la Iglesia sobrevivirá al coronavirus y hasta al PSOE… pero sí que podría resultar hibernada. Y si está hibernada, que no muerta, no constituirá el mejor consuelo para los fieles.

Se nos dice que la eucaristía privada de los sacerdotes debería bastarnos a los fieles, que debemos conformarnos con la comunión espiritual. Muy cierto, pero ya puestos a pedir, yo me pido comulgar.

Insisto, la religión católica es sacramental y social. La fe y la vida interior, así como la salvación o condenación, son asuntos estrictamente personales, pero el catolicismo se vive en sociedad. Verbigracia, participando en la Eucaristía. Que son dos elementos distintos: sacrificio y banquete. En una misa privada, el memorial del sacrificio de la Cruz permanece, pero el banquete no. Yo quiero banquete, como los curas.

El coronavirus apunta directamente contra la Eucaristía, porque la religión católica es sacramental y social. Sin la Santa Misa, la Iglesia se congela

En cualquier caso, hay que volver a las eucaristías púbicas y hay que plantarle cara a la mayor tiranía del mundo, la del comunismo capitalista (sí, un país dos sistemas) de Xi Jinping. Se enfrentan dos filosofías: la occidental para la que la que humanidad sólo es la suma de todos los hombres y donde lo que importa es cada hombre, y la oriental, para la que el hombre sólo es un individuo en un conjunto enorme. La primera no sacrifica al individuo por la masa, la segunda lo hace todos los días. China y Occidente son incompatibles. Europa debe enfrentarse a China.