Hay un dato incontestable acerca del coronavirus: España es el país con más muertos por millón de habitantes del mundo. Más, incluso, que Italia y muchos más que Estados Unidos. Y ojo, porque lo más probable es que el número de fallecidos en nuestro país sea mucho mayor al oficial.

El cabreo de la población con el Gobierno Sánchez está aumentando por momentos y los famosos, algunos vinculados al PSOE, han comenzado a hablar. Están hartos. Por ejemplo, Josema Yuste: “España, querido presidente, está en el pódium (de afectados) junto a Estados Unidos e Italia porque no se han hecho las cosas bien”, afirmó el domingo en el programa Estado de Alarma, en YouTube. El cabreo del humorista con la gestión del Ejecutivo social-comunista es mayúsculo: “Barbate no tiene ni un solo infectado. ¿Por qué? Porque el alcalde tomó medidas desde el minuto uno”, aseguró.

Y no sólo la gestión. Josema Yuste también critica la actitud de Pedro Sánchez y de Pablo Iglesias que, con miles de muertos sobre la mesa, mostraron, durante la última sesión parlamentaria, “una frialdad tan cercana a un psicópata. No sienten empatía hacia el dolor de los demás”, señaló.

Quique San Francisco tampoco tuvo reparos hace una semana, en el mismo programa, para calificar al Ejecutivo de “lamentable” e “irresponsable”.

Otro que está muy cabreado es el golfista Miguel Ángel Jiménez que, para más inri, se auto declara “socialista de toda la vida”. “Es una tragedia, un encarcelamiento”, manifestó el sábado, para luego pedir la “dimisión completa” del Ejecutivo por haber “engañado” a los españoles. “La gestión del Gobierno no ha estado a la altura de las circunstancias, ha habido unos intereses más personales que del conjunto de la sociedad”, se ha reafirmado este lunes en el diario El Mundo.

Alfonso Reyes, Bertín Osborne, Miguel Bosé… la lista de famosos descontentos sigue creciendo. “El gobierno del país no da la talla, pero eso ya lo sabíamos”, aseguró Miguel Bosé en Instagram, tras el fallecimiento de su madre por coronavirus.

Porque esa es otra: el divorcio entre los medios de comunicación tradicionales, que repiten las consignas del Gobierno, y las redes sociales. Con razón Pedro Sánchez quiere controlar lo que se dice en Internet. No aguanta la crítica. Pero alguien tendrá que decir que el emperador está desnudo.