Consejo de Ministros del martes 8 de septiembre. Verán: el Gobierno ya no adopta medidas: la rueda de prensa post-Consejo de Ministros constituye un verdadero mitin. Sin anestesia.

La ministra portavoz, Marisú Montero, se encarga de decir que el PP (a Vox le ignora) no piensa en el país, mientras la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, canta las excelencias de lo que ha hecho el Gobierno que, además, trabaja más y mejor que nadie.

Los tres ministros que salieron a escena el martes cumplieron ese papel a la perfección. Marisú: el PP lo hace todo mal; Calvo: el Gobierno todo lo hace bien; Pedro Duque: pasaba por allí, no dijo nada. Y conste que era el que más tenía que decir sobre lo que realmente preocupa hoy a los españoles: vacunas y tratamientos contra el coronavirus.

Ojo, y esta jactancia es la de un Gobierno que figura a la cabeza del mundo entre el listado de fracasados frente al coronavirus. No ha podido hacerlo peor pero eso no inquieta a un ególatra como Pedro Sánchez.

Luego está la bronca PSOE-Podemos. Los comunistas se quejan de falta de comunicación. Sánchez piensa, como Homer Simpson, que tal es el problema de los matrimonios actuales: demasiada comunicación. Y entonces Iglesias, la pregunta más frecuentada por los periodistas presentes, asegura que el presidente le ha pedido perdón por no humillar al Rey Juan Carlos I lo suficiente o sea, todo lo que deseaba humillarle Podemos.

Las tres normas son, además, maniqueas. A saber: las mujeres son bonísimas y los hombres malísimos, la izquierda republicana era demócrata y la derecha fascista, la clase media ha logrado su pequeña propiedad porque se la ha robado a los pobres

Insisto: este Gobierno ya no toma acuerdos: simplemente presume de los ya tomados en el pasado o se jacta de sus proyectos de futuro.

Carmen Calvo nos ha explicado tres proyectos que tienen un común denominador: la venganza, el rencor y el resentimiento, llámenlo como quieran: la más venenosa de todas las pasiones humanas.

A saber, ley de plenas garantías para la libertad sexual de las mujeres. Es decir, consumar la venganza de las mujer sobre el varón. No está claro de qué tienen que vengarse pero toda la legislación feminista, la “medula espinal” de la política del Gobierno, como asegura Carmen Calvo, consiste en eso: en humillar al hombre a mayor gloria de una mujer cada día más histerizada.

Segunda venganza: la ley de memoria democrática. Aquí ya es imposible destacar el neolenguaje de la vicepresidenta, hablando de demócratas asesinados por fascistas. Vamos, que Sánchez, Calvo e Iglesias perdieron la guerra de 1936-39 en el frente de batalla y ahora quieren ganarla en el Parlamento, ochenta años después. Pero Calvo no es un lince: creo que ni ella misma se da cuenta de que no hace otra cosa que propagar el guerracivilismo, el enfrentamiento entre las dos Españas, con esa obsesión por desenterrar cadáveres.

Mientras, Pablo Iglesias se crece: chulea a Sánchez y el presidente dice que llueve: el vicepresidente asegura que el presidente le pidió perdón. Ante la inacción del Gobierno, Podemos tensa la cuerda

Y ojo, esta no es una ley contra el fascismo, es una ley contra los cristianos. Desengáñense: Franco no hubiera ganado la guerra civil si la II República, ante todo cristofobia, hubiese dejado en paz a los católicos, a un pueblo que estaba dispuesto a ceder en todo menos en su fe. Y resulta que los demócratas republicanos de 1931, a los que tanto alaba Carmen Calvo, eran los asesinos de todo aquel que oliera a católico. Los cristianos se fueron con Franco para salvar su vida y para salvar la Eucaristía y Franco ganó la guerra.

Tercer rencor: resentimiento salvaje contra la clase media, aquella que ha sabido ganarse la propiedad privada, que lo que hace al hombre libre. Marisú Montero ha vuelto, hoy martes 8 de septiembre, a soltar el embuste que, al parecer, nadie contesta ni en Vox ni en el PP, de que los españoles disfrutan de una presión fiscal 7 puntos menor que la media europea. Así que Marisú va a subir los impuestos a todos, a todas y a ‘todes’… para sangrar a la odiada clase media.

Naturalmente, Marisú no oculta que, si bien nuestra presión fiscal (impuestos/PIB) es menor a la media europea, el esfuerzo fiscal -impuestos sobre PIB per cápita) español se sitúa a los puestos de cabeza de Europa.

Ejemplo, Dinamarca tiene más presión fiscal que España y España más esfuerzo fiscal que Dinamarca. Razón: por ejemplo, que los daneses cobran mucho más que los españoles.

Sí, el Gobierno van a subir los impuestos, todos, porque tenemos menos presión fiscal… pero más esfuerzo fiscal, mentirosa Marisú

Dicho de otra forma: el español no paga pocos impuestos como predica el Gobierno para sangrarnos: el español paga muchos impuestos. El esfuerzo fiscal es una instrumento mucho más certero que la presión fiscal. Ergo, Marisú: en España no hay que subir impuestos, hay que bajarlos.

Y todo ello viene a confirmar, una vez más, que socialismo (no digamos comunismo) no es otra cosa que envidia del vecino, porque le va mejor que a mí.

Al final, la subida de impuestos que tanto airea Iglesias y asume Sánchez no es más que la tercera norma de venganza socio-podemita. Venganza contra la clase media a la que le va bien. La política fiscal de Moncloa nos convierte en una sociedad de vagos subvencionados… que trabaja pensando en una pronta jubilación. La sociedad 25 por 3, cada vez más 30 por tres, nos convierte en una sociedad que alarga el periodo de formación de los jóvenes hasta los 30 años, luego, en el mejor de los casos, trabaja otros 30 y, finalmente, vive no menos de 30 años como jubilado. Este sistema no hay quien lo mantenga.

Yo no quiero una España de vagos subvencionados: entre otras cosas porque las subvenciones, antes o después, se acaban.

¿Y usted?