Consejo de Ministros del martes 24. La portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, aparece flannqueada por los ministros de Justicia, Juan Carlos Campo, y por el de Sanidad, Salvador (buen nombre para una pandemia) Illa. Con galanura gaditana Campo nos vende la burra más grande que nos ha vendido desde que accedió al gobierno: la nueva Ley de Enjuiciamiento Criminal (LEC). Se han cumplido los peores presagios: será el fiscal quien se convierta en juez instructor. En definitiva, y en contra de lo que dice ese gran embustero que es Campo, el juez quedará en nada. Recuerden que en origen el fiscal defiende al Estado, mientras el juez defiende al individuo. Y recuerden, también, que en la fiscalía manda el Gobierno, como bien se encargó de recordarnos un tal Pedro Sánchez Pérez-Castejón. Para mayor embuste Campo asegura que el ninguneado juez va a tener aún más poder al contar con un segundo "juez de garantías", supuestamente encargado de vigilar que el fiscal no se propase. Y ahora coloquen todo este escenario teórico en el pavoroso escenario práctico de una fiscalía regida por Dolores Delgado. 

En resumen, la nueva LEC termina con cualquier conato de independencia judicial y otorga todo el poder a la fiscalía, dependiente del Gobierno. Esto es mucho más grave que el intento de control de CGPJ.  Y encima, el ministro de Justicia nos lo vende como un gran avance, eminentemente progresista. 

Desahucios. Pablo Iglesias se crece… y gana. Sánchez no puede tocarle hasta los Presupuestos… pero tampoco quiere hacerlo

Segunda cuestión del consejo de Ministros: Salvador Illa nos explica, por decimocuarta vez, el plan de vacunación -"la luz al final del túnel"-,clama Marizú- donde, naturalmente, España figura a la cabeza de Europa: ¿a qué no se lo esperaban? Eso sí, como el maravilloso plan no se establecerá para Navidad, el Gobierno ha decidido fastidiarnos las navidades

En cualquier caso, el problema de la vacunación es que casi la mitad de los españoles no se fía de la vacuna. Y no es de extrañar si consideramos quién la promueve, es decir, un Gobierno que ha fracasado en la lucha contra el Covid, un virus del que no sabemos nada, salvo la defensa ultramontana de la dictadura china, que es de donde procede. 

La vacuna está a punto de llegar, pero seguimos sin saber el origen del virus, su naturaleza, su forma de atacar al organismo y el extraño retraso en la respuesta de nuestro sistema inmunológico a tan indeseado visitante. Lo que contrasta, dicho sea de paso, con la aceleradísima fabricación de la vacuna. 

Nuevamente, Marizú Montero ha necesitado de todo su arte retórico para ocultar la verdad: Pablo Iglesias está crecido. Ha vuelto a lanzar otro órdago con los famosos desahucios, que pretende queden prohibidos por ley hasta el 31 de diciembre de 2021. Los ministros socialistas braman contra la petulancia del podemita, convertido ahora, además, en un defensor de Bildu, ¿por qué Sánchez no reacciona? Porque necesita a Iglesias para aprobar los presupuestos. El vicepresidente es el enlace del PSOE con independentistas vascos, separatistas catalanes o majaderos de compromís y cía. 

Ahora bien, haría mal la derecha en dar por cerrada una ruptura del Gobierno un día después de que se aprueben los presupuestos 2021. El entorno del todopoderoso Iván Redondo, el hombre que convenció a Sánchez de pactar con la izquierda y no con la derecha, insiste en que la legislatura tiene que acabar con el mismo gobierno. Así que, no se las prometan tan felices en el PP, donde aseguran que tras los presupuestos proliferarán los pactos entre los dos partidos mayoritarios.