• Y Rajoy le obliga a dar la cara.
  • Ante las encuestas negativas, la vice asegura que su candidato no era Albiol, sino Millo.
  • Entre fracturas sociales y fracturas económicas, el 21-D da miedo en Moncloa.
  • Somos un país de clases pasivas: 14,2 millones de españoles reciben una prestación.
  • Mucho presumir de logros económicos y ni una palabra sobre el problema principal: el envejecimiento.
  • Sólo tenemos un problema económico: el demográfico. Sólo tenemos una culpa: no tener hijos.
  • Plan normativo del Gobierno: ecofeminismo, ideología de género y atentados contra la intimidad en nombre de la seguridad.
  • El estilo Rajoy o porque España no pinta nada en el Mundo: se precisa consenso para Jerusalén. ¿Consenso sobre qué?
Consejo de Ministros del viernes 7. El portavoz, Íñigo Méndez de Vigo, se principia seguro, acompañado de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. Y es que Mariano Rajoy se ha vuelto a cansar del tancredismo de su número dos ante el asunto catalán, precisamente la tarea que le fuera encomendada como prioritaria para la actual legislatura. Y doña Soraya, ahora que las encuestas van mal, ha vuelto a hacer mutis por el foro. Es sabido que, para la número dos del Ejecutivo, la victoria sólo tiene una madre, ella, pero la derrota es siempre huérfana. Al menos, de madre. De hecho, fuentes de Presidencia aseguran a Hispanidad que la vice y su inseparable María González Pico ya difunden la curiosa idea de que Xavier García Albiol  no era su candidato sino Enric Millo, el delegado del Gobierno en Cataluña, el de las ruedas de prensa paralelas como primera autoridad de la Generalitat catalana y virrey de la Corona. Un hombre, este Millo, contra el que braman en la antigua convergencia, que de la Unión Democrática de Cataluña, de Durán Lleida, es de donde procede el actual delegado del Gobierno. Y es que las encuestas, que Soraya nunca comenta, las traen mal dadas para el PP. Así que Rajoy se ha cansado de que, como ocurriera con los casos de corrupción, el presidente estuviera siempre en bocas y de su segunda no se hablara sino para la loa y el aplauso. Soraya repite una y otra vez -es un poco pelma- la fractura social y la factura económica del procés. Y tiene razón, más en lo primero que en lo segundo. El independentismo pasará una factura pecuniaria pero, sobre todo, pasará una fractura generacional. En lo que no tiene razón es en pensar que el soufflé ha descendido. ¡Anda ya! Mucho me temo que el separatismo no bajará un ápice el 21 de diciembre. Ojalá me equivoque pero… Volvamos a la comparecencia de Prensa. Méndez de Vigo comienza, como siempre, a lo Rajoy: datos económicos. Todo es bueno, aunque haya aumentado el paro registrado, se crean muchos empleos, creamos más empleo femenino que ningún país europeo, etc., etc. Todo es bueno menos Cataluña, donde todo va mal por culpa de los separatistas: sube el paro, baja el turismo. Se marchan las empresas y lo único que se mantiene es el Barça, gracias a Leo Messi. Es más, del canto triunfal de Soraya e Íñigo se sonsacan algunos problemillas. Por ejemplo, asegura el aprendiz de socialdemócrata, Méndez de Vigo, que "14,2 millones de personas en EsSORAYAmeinodle Francesc Toooa anulados.de la aeronavrs de la armada. parte.paña reciben una prestación social". Eso es lo malo. Somos un país de clases pasivas donde muchos aspiran a una subvención, incluso antes que a un salario y no digamos nada a un emprendimiento. Por cierto, entre tanta cifra maravillosa, Méndez de Vigo, convertido cada día más en Gómez de Lugo, no cita el mayor problema al que se enfrenta el país y la economía española: el envejecimiento de España, un losa que ningún ministro de economía logra levantar. Esta semana de puente, ha sido precisamente una semana terrible sobre el particular, con predicciones para tirar la toalla y salir corriendo de España. Sólo tenemos un problema económico: el demográfico. Sólo tenemos una culpa: no tener hijos. Más cosas: la tontuna del Plan Normativo del Gobierno para 2018. Soraya lo llama regulación inteligente. O sea, lo que antes conocíamos como burocracia boba. Se trata de las leyes que tiene previsto enviar el Gobierno a Cortes durante 2018. ¿Y a que no saben qué tipo de normas perpetrará el Gobierno y encabezan el tal plan normativo? Acertaron: ecofeminismo. Todo sea por la mujer y la ideología de género. Ojo al dato: 1.- Ley contra la violencia de género. Menores sin alcohol, ley del voluntariado, Cambio climático, gases de efecto invernadero. Por supuesto esta legislación tan progre siempre va acompañada, ojo al dato, de prohibiciones varias o cómo fastidiar la intimidad de cada uno en nombre de la seguridad de todos. El resto, lucha contra el terrorismo, contra el blanqueo de capitales, financiación autonómica… se enumeran las reformas a realizar pero no se propone nada. Así que nos quedamos como estábamos. Es el estilo Rajoy: no estamos de acuerdo con que Donald Trump reconozca que Jerusalén es la capital de Israel y traslada allí su embajada. El Gobierno español asegura que el Estatuto de la Ciudad de Jerusalén es muy importante. Nadie lo duda. Es más, la postura de la Iglesia Católica -que algo tiene que decir en Jerusalén- no coincide con la de Donald Trump. Ahora bien, ¿por qué solución apuesta el Gobierno español? No lo dice. Dos Estados conviviendo juntos, sí, pero no dice dónde estaría la frontera. ¿Cuál debe ser el Estatuto futuro de Jerusalén? No basta con decir que se precisa un consenso. Por esta ambigüedad miedosa es por lo que España no pinta nada en el mundo. Lo mismo ocurre con la euro-orden, a la que juez Pablo Llarena ha renunciado: pues bien, Méndez de Vigo se trasforma de nuevo en Gómez de Lugo y no dice esta boca es mía: el ministro Catalá va a hacer un balance de 15 años de euro-orden. ¿Balance positivo o negativo? ¿Qué va a proponer España tras el cachondeo Puigdemont? Misterio. Eulogio López eulogio@hispanidad.com