• El presidente no quiere suicidarse y, a estas alturas, ya no puede ni matar a Soraya.
  • El PP progre del Sorayismo: jacobino, centralista y legalista.
  • Soraya hace de la necesidad virtud: no será presidenta del Gobierno en mucho tiempo pero tampoco le ha atropellado un autobús.
  • La vicepresidenta hace autocrítica diaria… pero los resultados no son trasmisibles.
  • El Gobierno contra la Generalitat: nuevos recursos de anticonstitucionalidad, sobre todo contra el proyecto de agencia Tributaria catalana… y valenciana.
  • En cualquier caso, Soraya vuelve por sus fueros: ¿seguro que darle duro a los nacionalistas catalanes aumenta el voto del PP?
  • Pero el Ejecutivo camina más rápido contra la Generalitat que contra Artur Mas: "no queremos crear mártires".
Consejo de Ministros del viernes 12 de junio, festividad del Sagrado Corazón de Jesús (que, se lo trasmito en exclusiva, no parece contar con muchos devotos en el Palacio de la Moncloa). La única tarea de Gobierno de la que se da cuenta tras la reunión del Gabinete, es lo que la vicepresidenta y, por el momento, portavoz del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría (en la imagen), califica como medidas para crear empleo de calidad: un refrito -otro más- sobre las normas que rigen el Instituto Social de la Marina: ¡parad las máquinas! Ah, sí, que se cierra el Instituto Cervantes de Gibraltar por falta de interés en aprender el idioma. Lógico, los llanitos son capaces de eludir al fisco en inglés y en español, indistintamente. El problema de la sede gibraltareña del Cervantes no es su cierre: es que nunca debió abrirse. Porque el gobierno Rajoy ya no gobierna: prepara las elecciones generales, donde se la juegan. Han perdido las Europeas, han periodo las Autonómicas y Municipales y ya sólo le quedan las más importantes. Así que el gran cambio de Mariano Rajoy en el Gobierno y partido se nos queda en cambio flácido y desmayado. De entrada, lo que ya hemos contado en Hispanidad: el gran pacto entre Rajoy y Sorata: "doctor, ¿verdad que no nos vamos a hacer daño?". No es un acuerdo de convicción sino pacto de supervivencia. De salida, que el castigo a Soraya por parte de Rajoy consistirá en quitarle la portavocía del Gobierno. Insistimos: el principal factor que juega en contra de Rajoy en las elecciones se llama Mariano Rajoy. Pero no quiere irse y, para evitar irse a casa, está dispuesto a compartir cartel con Soraya quien, a cambio de no ser defenestrada, se comportará correctamente y mantendrá la Vicepresidencia. Pero el candidato será Rajoy y su segunda cerrará filas esperará su turno desde la oposición hacia arriba… si es que se lo permite el PP post-Rajoy. Mejor eso a que te atropelle un camión claro… que es exactamente lo que le hubiera podido ocurrirle a la vicepresidenta. Naturalmente, los periodistas insisten en la pérdida de la portavocía, que no es poco perder, entre otras cosas porque la mayoría de los plumíferos lo lleva cada vez peor con Soraya: una portavoz que no porta la voz ni las ideas, que nunca responde a nada y que está pendiente de quedar bien ella en lugar de que quede bien el Ejecutivo. Y en éstas estábamos cuando llegó la pregunta sobre si estaba dispuesta a realizar alguna autocrítica sobre su tarea como portavoz del Ejecutivo. Pues bien, la vicepresidenta nos ha explicado que ella hace autocrítica diaria, con autoevaluación incluida. Eso sí, los resultados del test no son trasmisibles, así que nos quedamos sin saber la nota. Pero ¿examen autocrítico? Diario, oiga, diario. Para entendernos, el sorayismo es como un PP aún más progre que el marianismo, más jacobino, más legalista y más centralista. Pertenecen a una generación postcristiana y muy poco romántica, que ha cambiado la justicia por la ley. Y así, claro, llegamos a Cataluña. El Gobierno ha decidido luchar de nuevo contra la Generalitat, que es, precisamente, lo que más anhela el nacionalismo catalán. Dos nuevos recursos de anticonstitucionalidad. El más importante de ellos contra el intento del pesadito de Artur Mas de crear una Agencia Tributaria catalana. Esto está muy bien, pero ¿seguro que darle duro a los nacionalistas catalanes aumenta el voto del PP? Por supuesto, Soraya amenaza al Tripartito valenciano, que también quiere Hacienda propia. Además -"no queremos crear mártires", aseguran en Moncloa-, cuando se les advierte que todos los misiles van dirigidos contra la Generalitat pero no contra su presidente, Artur Mas, que ni cumple la sentencia ni está dispuesto a dejar de tocar las narices a Madrid. Ahora, a cuenta de la Agencia Tributaria catalana. Y en efecto, el asunto es grave. Ahora bien, sorprende que se condene la consulta no vinculante -vía TC- y no a quien la ha organizado, o, al menos, que este procedimiento sea más lento que aquél. Jaime Pérez Renovales, el jurista de los casos difíciles, por ejemplo, Cataluña estaba de cuerpo presente en la Sala de prensa mientras Soraya desgranaba los artículos impugnados. Pero no se engañen, a Artur Mas le importan un bledo recursos y sentencias. A Artur Más hay que pararle los pies por las bravas, no con recursos judiciales: los colecciona. Pero volvamos al principio, a lo importante: El cambio de Mariano Rajoy será un cambio flácido. No puede ser de otra forma, porque el problema es él y él no está dispuesto a suicidarse. De hecho, a estas alturas la situación es tan grave que Rajoy ya no puede ni matar a Soraya. Eulogio López eulogio@hispanidad.com