La comparecencia del gobernador del Banco de España, este martes, en el Congreso, era especial por el momento actual del sector, marcado por las fusiones. Los bancos están lanzados hacia la consolidación: Caixabank-Bankia, Unicaja-Liberbank, el Santander detrás del BBVA, el BBVA en conversaciones con el Sabadell para librarse del Santander… el baile ya ha comenzado, y de qué manera, ante la satisfacción del BCE y del Gobierno Sánchez. A fin de cuentas, son ellos los que más han impulsado esta segunda ola de consolidación, con Bankia como eje de todos los movimientos.

Pablo Hernández de Cos, sin embargo, ha puesto límites a las aspiraciones de Fráncfort y Madrid. Las fusiones pueden ser buenas, es decir, pueden servir “para fortalecer a las entidades y al sistema financiero” o, por el contrario, pueden ser malas si no fortalecen la solvencia de las entidades.

Fusiones sí -el gobernador ve margen para más operaciones-, pero no sin motivo financiero o, como le gusta repetir a Goirigolzarri, si no tienen sentido industrial. ¿Caixabank-Bankia lo tiene? Hay que echarle un pelín de imaginación. Además, es un caso especial, porque se trata -Bankia- de una entidad nacionalizada.

Hernández de Cos, que ha ido de menos a más durante su intervención, se ha enfrentado a Podemos, muy preocupado por los despidos tras la fusión de ambas entidades. Sí, habrá ajuste de plantilla. ¿Y qué? Es inevitable y, de hecho, uno de los objetivos de las fusiones es precisamente ese: reducir costes ajustando la plantilla.

En el fondo se trata de aumentar la rentabilidad de las entidades, muy mermada con la pandemia. Para ello, el gobernador ha insistido en la necesidad de invertir en digitalización para dar el mismo servicio con menos sucursales y menos empleados, aunque ha añadido que “el cierre de oficinas es un problema para determinados colectivos”.

Ahora bien, si las fusiones fueran transnacionales, no implicarían necesariamente reducir el número de empleados. El problema es que actualmente son inviables porque lo único común que hay, por ejemplo, entre un banco español y otro italiano es el euro. Todo lo demás es distinto o muy distinto. Por ejemplo, la legislación laboral. Entonces, surge la pregunta: ¿por qué no se ha avanzado en la unión bancaria? Porque el legislador, es decir, sus señorías, no se han puesto de acuerdo.