Una vez que el Congreso había tumbado los Presupuestos para 2019 y que todo el mundo hablaba de convocatoria electoral –aunque Pedro Sánchez e Iván Redondo se resisten– el presidente del Partido Popular, Pablo Casado, escenificó una alianza a la andaluza entre las tres derechas –si es que lo son-: PP, Ciudadanos y Vox.

Lo cierto es que las encuestas le dan la razón. Entre las tres derechas, en un país que se está volviendo de derechas, suman mayoría absoluta.  

El techo de Vox es una incógnita: puede seguir creciendo gracias a sus dos motores: el radicalismo de Sánchez y al separatismo catalán

Pero Albert Rivera fumaba en pipa e inmediatamente volvía a la carga contra un PP corrupto y contra Mariano Rajoy.

En cualquier caso, Casado piensa llegar al poder con un Ciudadanos que nada entre el liberalismo y la socialdemocracia –que ya es nadar– y que es derecha pagana dura, anticristiana, y un Vox que se supone defiende los principios de la civilización cristiana pero que coincide con los de Rivera en ese jacobinismo patriótico del que se puede salir en distintas direcciones.

Las encuestas dan la razón al planteamiento del presidente del PP

En definitiva, será la triple alianza de derecha contra el frentepopulismo sanchista, formado por tres elementos: socialistas, comunistas y separatistas tanto burgueses como revolucionarios (el mayor amigo de Sánchez es hoy el PNV, que continúa sorbiendo del resto de España mucho más que Cataluña). Por ahora, la victoria parece inclinarse hacia la derecha.

Me temo que los católicos no pueden esperar mucho bueno de esa triple alianza de derecha, y me temo que Sánchez acentuará su cristofobia por contentar a sus socios frentepopulistas.

Y lo más temible es que el escenario de la política española continúa siendo guerracivilista, escasamente católica.