Los seis países donde está legalizada la eutanasia son Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Canadá, Colombia y recientemente, también, España.

Todos ellos han traspasado la frontera ética de que la vida es sagrada y ni uno mismo y ni mucho menos un tercero puede disponer de ella. Esa frontera ética está en la conciencia de todas las personas del mundo, y por eso solo esos seis países han aprobado la eutanasia hasta ahora.

En estos países está ocurriendo que se empieza permitiéndola sólo en casos excepcionales y por voluntad propia, pero se termina aplicándola sin restricciones, a cualquier persona e incluso en contra de su voluntad, y de manera especial a los más débiles y vulnerables: enfermos mentales, ancianos, discapacitados sobre todo intelectuales..., que no pueden defenderse ante la decisión de otros -el Estado, un médico, los jueces, los políticos, sus familiares- sobre sus vidas.

Ya saben, como en los años de plomo de ETA: se quién eres y dónde vives

Se trata de un plano inclinado o pendiente deslizante muy difícil de parar que provoca que la vida no tenga ningún valor, especialmente la de los más débiles y vulnerables, y que sea a ellos a quienes se termine aplicando al eutanasia sin su consentimiento.

En el caso de España, según informa Religión en Libertad, la eutanasia va a tener 17 regulaciones distintas, una por autonomía, y sus protocolos pueden cambiar como el clima en primavera.

La primera Comunidad Autónoma en lanzar públicamente una serie de normas es la vasca y se pueden leer en este folleto oficial publicado en Internet y en papel.

La formación para eutanasia en el País Vasco se hará con vídeos. Efectivamente, la norma publicada dice: "Esta formación inicial y básica será no presencial, con soporte audiovisual, de manera que se pueda llegar al mayor número de profesionales posible, tanto de la atención Primaria como de la Atención Hospitalaria de Osakidetza, así como de los centros privados y centros sociosanitarios”, recoge Religión en Libertad.

Sobre la objeción de conciencia, el texto vasco insiste en que "es un derecho individual, no colectivo. Tiene un carácter personal, intransferible y concreto. Por lo tanto, no podrá ejercerse por una institución, un centro, un servicio o una unidad”. Y añade: "Solamente podrán objetar en conciencia los y las profesionales directamente implicados en la prestación de la eutanasia. Por lo tanto, no podrá ejercerlo cualquier profesional que no sea médico/a o enfermera/o".

Según la norma vasca, "el Departamento de Salud está creando un registro para profesionales sanitarios de la Medicina y la Enfermería que se declaren objetores de conciencia a realizar la ayuda para morir, en el que se inscribirán sus declaraciones

El texto dice: "La motivación de la objeción de conciencia se fundamenta en la propia jerarquía de valores morales de cada profesional. Por lo tanto, la objeción de conciencia no es auténtica si se basa en razonamientos técnicos, jurídicos, laborales o de cualquier otra índole distinta a la propia conciencia moral".

Según la norma vasca, "el Departamento de Salud está creando un registro para profesionales sanitarios de la Medicina y la Enfermería que se declaren objetores de conciencia a realizar la ayuda para morir, en el que se inscribirán sus declaraciones".

"Los y las profesionales podrán inscribirse en el registro en cualquier momento, aunque se recomienda hacerlo, si es el caso, en cuanto el registro esté disponible. También podrá revocar la inscripción en el registro en cualquier momento. El registro se someterá al principio de estricta confidencialidad y a la normativa de protección de datos de carácter personal", añade el texto vasco.

¿Qué es exactamente esa estricta confidencialidad? ¿Quién asegura que no habrá represalias contra los objetores? Ya que eutanasiar es un nuevo oficio -y contrario al Código Médico Deontológico de la Asociación Médica Mundial y el vigente en España... ¿no deberían hacer listas de los dispuestos a ejercer eutanasias y formados para ello? ¿Van a permitir esto los colegios de médicos?, se pregunta acertadamente Religión en Libertad.  

Además, eso del registro de objetores a la eutanasia supone repetir lo que se hizo ya con el aborto: crear un registro de médicos que se oponían a ejercerlo.

Pero, ¿por qué no hacerlo al revés: un registro de médicos y sanitarios dispuestos a practicar la eutanasia?

Ya saben, como en los años de plomo de ETA: se quién eres y dónde vives.