Comienza a firmarse la paz entre Nissan y Renault, por tanto, las aguas van volviendo a su cauce tras haber estado algo revueltas durante este mes. Tras esto, la pregunta es si se recuperará o no el proyecto de fusión con Fiat-Chrysler Automobiles (FCA), pues el fabricante de automóviles japonés nunca puso problemas, aunque la alianza Renault-Nissan-Mitsubishi ya ocupa una posición destacada en el ranking mundial (en 2017, fue líder, tras el grupo Volkswagen y en 2018, logró la medalla de plata).

El inicio de la firma de la paz se refleja en que Nissan podrá crear tres nuevos comités de gobierno corporativo, tras otorgar puestos en dos de ellos a los máximos directivos de Renault: el presidente, Jean-Dominique Senard, y el CEO, Thierry Bolloré. El primero será miembro del comité encargado de los nombramientos y vicepresidente del panel encargado de designar a los puestos para la nueva estructura corporativa que dirige Yasushi Kimura, asesor externo que procede de la petrolera nipona JXTG. Mientras, Bolloré formará parte del comité de auditoría de Nissan. Así, Renault tendrá relevancia en la reforma corporativa del fabricante japonés (del que posee un 43,4%) tras el ‘caso Ghosn’ y ya no se opondrá a su aprobación, que se producirá en la Junta de Accionistas de este último del próximo martes 25.

El Elíseo puede estar satisfecho con la vuelta a la calma, porque se ha cumplido con lo que era la prioridad, según el ministro de Finanzas francés, Bruno Le Maire: el fortalecimiento de la alianza con Nissan. Tras esto, la pregunta es si se recuperará la fusión con Fiat Chrysler Automobiles (FCA), pues para Le Maire sigue siendo una “oportunidad interesante” y además, el fabricante japonés nunca puso problemas a dicha operación. A todo esto se une el hecho de que el presidente de Francia, Emmanuel Macron, que se cargó la fusión, se reúne con el primer ministro nipón, Shinzo Abe, la próxima semana y además de la alianza, podría tratar la operación con FCA. Veremos, al fin y al cabo, a Macron le gusta lo de ser intervencionista… y no sólo en términos económicos, también en política (en España lo sabe muy bien, sobre todo, Ciudadanos).