• Competencia creó en marzo el Registro de Grupos de Interés y sólo se han dado de alta 300.
  • Significativo: sólo figuran tres de las 35 empresas del Ibex: Telefónica, Cellnex y Red Eléctrica.
  • A Ciudadanos no le gusta la iniciativa -el fin es más transparencia y juego limpio- pero no va más allá.
  • Podemos sí va más allá, la rechaza y trabaja en sentido inverso: es una razón para vigilar y reprimir.
La Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC) creó el Registro de Grupos de Interés o lobbies en buen plan como quien dice: un paso adelante en el buen gobierno y la transparencia de organizaciones o empresas. Pero la iniciativa se ha encontrado con dos enemigos inesperados, las dos fuerzas políticas emergentes, Ciudadanos y Podemos. Y a esa oposición se añade la otra realidad, también significativa: que la idea no ha cuajado como se esperaba. Vamos, que no ha tenido un gran éxito que se diga. Sirvan dos botones de muestra: se han dado de alta 300 federaciones, asociaciones o empresas, pero sólo tres empresas cotizan en el Ibex 35: Telefónica, Red Eléctrica de España (REE) y Cellnex. Y dicho sea, antes de pasar a más: la idea del regulador que preside José María Marín Quemada (en la imagen) es muy sencilla: poner negro sobre blanco en las organizaciones que representan intereses concretos, "una actividad legítima y necesaria en el proceso de toma de decisiones", como se explica en la página web de la CNMC. En esa página se puede ver a los que se han apuntado desde marzo, cuando comenzó, hasta ahora. El registro es voluntario y si se atienen a su finalidad ahí figuran los grupos o empresas que quieren jugar limpio. Es lo que deja claro la CNMC al señalar que la intención de ese registro es desmarcar a los que actúan "de modo improcedente" para influir en la toma de decisiones de los ciudadanos. El partido de Albert Rivera ve la iniciativa de la CNMC, en contra del espíritu con el que se puso en marcha, como algo negativo, aunque no va a más. Sabe que es el modo en que funcionan los lobbies, por ejemplo, en el Parlamento europeo, donde están estratificados, disponen de oficinas o solicitan encuentros con el comisario de turno para aclarar sus intereses. La formación de Pablo Iglesias va más allá que Ciudadanos: rechaza la iniciativa con vehemencia y considera el registro no sólo como una pista para estar vigilantes sino para reprimirlos. Es más, donde gobierna, o bien ha creado registros en los que no se apunta voluntariamente nadie, sino que se les apunta para que queden señalados (Barcelona) o planea hacerlo (Madrid o Valencia). Rafael Esparza