Miles de marroquíes entran en Ceuta y Melilla cada día. Imposible de controlar su rostro. Y miren por dónde, han sido las dos localidades españolas más ‘atacadas’ por el virus.

Pero dejemos eso. Marruecos nos ha metido el dedo en la oreja, y cada vez lo hace con más descaro. La última ha sido que España ha pedido auxilio a la Unión Europea y esta le ha echado un rapapolvo a los marroquíes.

La respuesta de Rabat: nos llevamos muy bien con Europa pero mal con España. Mismamente con España, contra la que el miserable de Mohamed VI ha enviado a menores, sí a menores, adolescentes y jóvenes, desesperados y descerebrados, para obligar a rendirse, igual que hizo otro miserable, su padre, Hassan II, con la ‘Marcha Verde’: que los españoles disparen contra niños desarmados, a ver si se atreven.

Miserable la conducta marroquí y, como buenos musulmanes, de violencia pusilánime: para el moro (nada despectivo, significa moreno, hombre de tez morena) la guerra es una cuestión de familia. ¿Su arma favorita? Sus propias mujeres y sus propios niños, en calidad de escudos humanos o de misiles lanzados para la invasión civil de Ceuta.

Frente a un Marruecos pusilánime, tenemos a un Pedro Sánchez cobardón. Su actitud desde el 18 de mayo causa bochorno.

Lo cierto es que España debe prepararse, que no lo está, para defender Ceuta y Melilla. Es decir, para la guerra con Marruecos. Sólo se evitará la guerra en el momento en que el pusilánime de Mohamed VI compruebe que vamos en serio.

Por de pronto, hay que cerrar Ceuta y Melilla y militarizar, aún más, ambas ciudades. Cerrar Ceuta y Melilla y expulsar a todos los marroquíes que cometen delitos. Aisladas Ceuta y Melilla de Marruecos, y abastecidas desde la Península, Rabat empezará a sentir la presión de sus propios ciudadanos. A partir de ahí, construir un aeropuerto en Ceuta y una base naval. Es imprescindible.

Si quieres la paz prepara la guerra. Con Marruecos no existe otra posibilidad. Además, sería una forma de que la abotargada España despertara de una vez y se hiciese respetar en el mundo.