• Francisco Lamas, a quien ha relevado Carlos Abad, pretendía desahuciar y salir a bolsa, todo al mismo tiempo.
  • El responsable final es Juan Hoyos, pero siempre hay que buscar un culpable: Lamas trabaja ahora para Cerberus, pero desde Londres.
  • Cerberus es uno de los fondos más especulativos y se está lucrando con los fallidos de la burbuja inmobiliaria.
  • Y también con los activos que le traspasaron Bankia, Cajamar o el banco malo, la Sareb, y que está malvendiendo el fondo.
  • Entre los consejeros que asesoran a Cerberus están, como consejero de Haya, José María Aznar Botella y Francisco Luzón.
Es conocido el relevo de Francisco Lamas como consejero delegado de Haya Real Estate, una de las mayores empresas españolas de servicios de gestión de activos inmobiliarios y también la gestora inmobiliaria, no lo pierdan de vista, del fondo buitre Cerberus. No son conocidas, sin embargo, las razones que precipitaron su salida y su sustitución en el cargo por Carlos Abad, el financiero durante años de Canal /Sogecable. Se las resumo antes de pasar a mayores: Lamas quería correr demasiado con la especulación de las viviendas -muchas de ellas procedentes de pisos de protección oficial- y el escándalo hubiera cantado por soleares. En plata, lo que pretendía Lamas era seguir con la política del desahucio -en caso de impago o fallido- y sacar, para colmo, Haya Real Estate a bolsa, como una socimi más, y conseguir así más financiación en su actividad depredadora. Y eso, claro, hubiera sido demasiado escandaloso, ya me entienden, y hubiera salpicado a demasiados. La decisión la tomó el todopoderoso presidente ejecutivo de la Haya Real Estate, el financiero Juan Hoyos, ex hombre fuerte de la consultora McKinsey, de compañero de pupitre del ex presidente José María Aznar o del ex presidente de Telefónica Juan Villalonga, y hoy, sobre todo, uno de los hombres fuertes del sector inmobiliario, de la mano de Cerberus, conocido especialmente por sus ansias y operaciones especulativas. Pero Juan Hoyos decide el relevo, no porque no le guste Francisco Lamas -la filosofía que guía a uno y otro es la misma-, sino para evitar, como decía, que el escándalo por esas prácticas termine salpicado a demasiados. Y es que hay, en efecto, demasiados palos en el sombrajo. José María Aznar Botella, hijo del ex presidente del Gobierno y consejero de Haya, por ejemplo, es uno de los que asesoró a Cerberus, a través de su sociedad Ponente Capital, para comprar activos tóxicos de Bankia. Y no se embolsó poco por ello: 1,8 millones de euros. La adjudicataria de esos activos, naturalmente, fue Haya Real Estate; o sea, Cerberus. Y a eso añadan los bancos o la mismísima  Sareb, lo que es lo mismo que apelar a instancias oficiales. El destino para Francisco Lamas ha sido Londres, donde permanecerá al menos seis meses para analizar operaciones de estrategia en España para Cerberus. Un suma y sigue. Tengan en cuenta, como marea de fondo, lo que ha implicado en España el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Esa cruda realidad es la que ha convertido en dueños y señores de miles de pisos a fondos de inversión de la naturaleza Cerberus. Ha sido así por arte y gracia de los bancos, que se los han quitado de encima por esa vía: traspasando sus carteras inmobiliarias para mejorar sus balances. Y no sólo los bancos. Muchos de esos activos han pasado también al banco malo o la Sareb, la sociedad creada para gestionar los activos procedentes de la reestructuración bancaria, que a su vez ha hecho lo mismo, adjudicando esos activos a los fondos especulativos como Cerberus. El problema llega, naturalmente, cuando esos fondos se quieren quitar también esas viviendas de encima vendiéndolos como sea. Ganan mucho dinero en esas operaciones, pero les importa más bien un pito el propietario, al que no perdonarán nunca que sea un fallido (desahucio seguro), ni las condiciones en las que compró la vivienda, acogiéndose, entre otras fórmulas, a la ventajas de los pisos de protección oficial. Eso, y no otra cosa, es lo que despertado, de la noche a la mañana y durante el último año, a miles de madrileños, por ejemplo, con la mala noticia de que el propietario ya no era la Comunidad o el Ayuntamiento de Madrid sino un fondo buitre. Y eso fondos, como Cerberus, no se andan precisamente con contemplaciones. El insigne financiero Juan Hoyos se hizo por esa vía, en septiembre de 2013, con la gestión de los activos de Bankia. Presidía entonces la sociedad Promontoria Plataforma, filial de Cerberus. Suponía la gestión de una actividad valorada entonces en 50.000 millones. En esa sociedad, con sede en Holanda, ya estaba como consejero José María Aznar Botella. Esa sociedad cambió después de nombre, tras el acuerdo con Bankia, y pasó a llamarse Haya Real Estate, pero como participada de Cerberus, atraída desde 2008 por las gangas inmobiliarias que de la crisis del ladrillo. Es lo que ha hecho desde entonces, no sólo de Bankia o la Sareb. También llegó, por ejemplo, a un acuerdo con Cajamar para gestionar 7.200 millones de euros de activos tóxicos por 225 millones de euros. Francisco Lamas era consejero delegado de Haya Real Estate desde septiembre de 2014, cuando la sociedad salió a la palestra al anunciar que Francisco Luzón se incorporaba al Consejo de Administración de la sociedad, del mismo modo que José María Aznar Botella. La incorporación de Luzón a la gestora inmobiliaria de Cerberus fue sorprendente. Luzón acababa así en el lado oscuro tras una brillante carrera profesional como banquero: consejero ejecutivo del BBVA, impulsor y presidente de Argentaria y 13 años la máxima responsabilidad en el  Santander como consejero y vicepresidente ejecutivo. Rafael Esparza rafael@hispanidad.com