A estas alturas nadie niega la proximidad de una nueva crisis económica. Y la Central de Balances del Banco de España, publicada este viernes, confirma que vamos camino de ella, eso sí, por un plano inclinado, que siempre es menos doloroso que una caída abrupta. En cualquier caso, algo ha cambiado, porque el director general de Economía y Estadística del BdE, Óscar Arce, no lo ve tan claro. “No se está produciendo una desaceleración clara”, ha afirmado durante la presentación del informe. Y es que, según Arce, el crecimiento en el cuarto trimestre está siendo muy similar al del tercero. “Da la sensación de que esa desaceleración no está yendo claramente a más”, ha señalado. Ya veremos.

De momento, los datos de los nueve primeros meses hablan de ralentización. Así, el beneficio de las empresas no financieras cayó un 44,5%, principalmente por la falta de beneficios atípicos que sí registraron en 2018. Más significativa fue la caída de la rentabilidad: mientras en 2018 alcanzó tasas más elevadas que en ejercicios anteriores, durante los nueve primeros meses de este año se ha estancado en 4,5% la del activo neto (en 2018 se situó en el 4,6%) y la de los recursos propios se mantuvo en el 6,4%, valor muy similar al de 2018.

Más preocupante fue el aumento de las sociedades con rentabilidad negativa: hasta el 25,3% en la del activo y hasta el 27,9% en la de los recursos propios, algo que no sucedía desde 2012. En este contexto es lógico que aumentara también el porcentaje de empresas vulnerables (aquellas cuya ratio de cobertura de intereses es inferior a uno en dos ejercicios consecutivos).

La creación de empleo también se está frenando. Según la Central de Balances, mientras en 2018 creció un 2%, durante los nueve primeros de este año lo hizo solo un 0,6%.