• La historia interminable de CUP, ERC y Junts per Cataluña.
  • Y Podemos se reinventa tras la bofetada de los independentistas catalanes.
  • Pero la renovación es como lo del chiste del vasco: aún más progres.
  • Errejón advierte: no siempre hay que hacer lo que se sabe hacer.
  • Pero Errejón ya no pinta nada. Xavier Domènech tampoco.
A Pablo Iglesias (en la imagen) no le importa perder juegos si gana los sets. El voto popular le trae sin cuidado, también no ganar las elecciones, si con ello consigue el poder o que le poder responda de él. Por ejemplo, en Madrid capital no ganó, fue segundo, pero gracias al PSOE consiguió la alcaldía. Pablo Iglesias está en declive, como lo está la demagogia podemita. Ahora bien, en Cataluña soñaba con que sus ocho diputados tentaran a ERC y a la antigua Convergencia. Se trataba de cambiar la Declaración unilateral de independencia por el referéndum: nosotros no seremos quienes se independicen de Cataluña, nooooo, pero sí creemos en el referéndum, en el derecho de autodeterminación. Una vez más, el neocomunista Pablo Iglesias y su amigo, el gran Domènech, llegaron tarde. No se dieron cuenta de que el separatismo no era ya una tentación de los burgueses de Junts per Cataluña sino una condición sine qua non para pactar con los separatistas. Sólo que esos han dicho no. Tanto Puigdemont como Junqueras prefieren a la CUP que a los comunes. Y eso significa volver al esquema del 155. Es más, ERC ha aceptado al presidente R2-D2 que aún no se sabe cómo gobernará desde Bruselas o desde la cárcel. Así que Podemos ha tenido que reinventarse. Lo malo es que Errejón advierte que habrá que cambiar y Pablo Iglesias tiene claro que si algo tiene que hacer es abandonar a Domènech, ya quemado, y acentuar sus 'progresismos': homosexualismo, feminismo y esas cosas, porque la cuestión revolucionaria ya no vende. Y también tiene claro que a los defenestrados no hay que volver a abriles la puerta. Errejón, que se quede donde está. Eulogio López eulogio@hispanidad.com