Genial artículo de Luis del Val en OTR, supuesto periodista de derechas que contrasta con la superficialidad de la presidenta pepera de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, para quien lo del pin parental es una tontería, dado que no se registran protestas de los padres. A lo mejor es que los padres han quedado fuera del sistema educativo, tanto en los centros públicos como en los privados.

En cualquier caso, resulta curiosísimo contemplar a doña Isabel aludiendo a la inexistencia de un problema, el lavado de cerebro -mejor, corrupción de menores- en las aulas cuando su Gobierno, el de Cristina Cifuentes, con ella ya dentro, fue el que elaboró las dos leyes LGTB, una de ellas especialmente dedicada a la enseñanza, e introdujo la ideología de género en las escuelas para lavarles el cerebro a los niños desde los cuatro años. Sí, han oído bien: desde los cuatro años. Una norma de la Comunidad de Madrid por la que el PP, es decir, la Comunidad de Madrid, llevó a la Fiscalía al director de un centro educativo católico -concretamente del colegio Juan Pablo II de Alcorcón- por negarse a dar clases de educación afectivo-sexual, dado que sabía, como sabe todo el mundo, de qué estamos hablando cuando hablamos de formación afectivo-sexual o de diversidad: de eso que están ustedes pensando. De lo mismo que lleva a niños de cinco años, sí de cinco años, a volver a casa preguntando a sus padres si son niños o niñas.

El famoso pin ha supuesto otro estruendoso silencio de los obispos españoles. Temen que se les alinee con los ‘ultras de Vox’

Es decir, que al menos ya consta una protesta, la de un director de centro… ¡enviada a la Fiscalía, por lo penal! No me extraña que la gente se cuide mucho antes de levantar la voz contra las aberraciones políticamente correctas: el principal propagandista de esas barbaridades es la izquierda pero el principal defensor de las tropelías es la derecha políticamente correcta de don Pablo Casado y doña Isabel Díaz Ayuso.

Pero miren por dónde, doña Isabel no se ha enterado de las protestas y por ello no apoyará a Vox, no vaya a ser que Pedro Sánchez le acuse de estar influida por la ultraderecha. Pero mujer: si el PSOE te va a acusar de todos modos… justamente de eso.

El mayor logro propagandístico de la izquierda progre consiste en haber conseguido equiparar los principios cristianos, los que han construido la civilización occidental, con la ultraderecha. ¿Un ejemplo? El pin parental.

El mayor éxito propagandístico de la izquierda progre española ha sido la equiparación del cristianismo con la ultraderecha

Y mientras, el líder del PP, el amigo de Díaz Ayuso, Pablo Casado, continúa en su posición de veleta permanente. Un día va al centro de la cuestión, coge el toro por los cuernos, y asegura que a sus hijos los educa él y no el Gobierno Sánchez. Al día siguiente, vuelve al interminable enredo catalán mientras permite que su mujer de confianza, Díaz Ayuso, diga pavadas centro-reformistas, las propias de una derecha tibia, la de Mariano Rajoy, incapaz de mantener unos principios, por cobardía.

El pin parental no es una cuestión marginal, como asegura la propaganda de la derecha española, siempre tan pusilánime. Es un punto central porque demuestra que estamos pasando del relativismo a la blasfemia contra el Espíritu Santo. Es decir, en España se está pasando, en el modelo educativo y en el debate político, de “no te sientas en posesión de la verdad porque la verdad es inalcanzable” a presentar la mentira como verdad y la verdad como mentira. No sólo es que se deba introducir la corrupción de menores en las escuelas porque necesitan ‘abrir sus mentes’ (esto de la apertura mental da para mucho); es más: es que la corrupción de menores, el lavado de cerebro de la mente indefensa, constituye una necesidad pedagógica de primer orden y de ella depende la plasmación de los principios democráticos.

El pin parental no es una cuestión menor: es fuero y huevo, es libertad de enseñanza y es defensa contra la corrupción de los niños

Esto es tanto como pasar del “no sé lo que está bien o lo que está mal” a “el mal es bueno y el bien es malo y perseguible”.

A todo esto, sobre el pin parental sorprende, una vez más, el silencio inenarrable de los obispos españoles -again-. Silencio de la jerarquía eclesiástica cuando lo que pretende la izquierda y el gobierno Picapiedra de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, no es sino cargarse la educación católica, la de la Iglesia, monseñores. Desde luego, su grey no está recibiendo una hoja de ruta a seguir sino un ominoso silencio que lleva a la confusión. ¿O es que han olvidado que quien calla, otorga?

Pero claro, los obispos no pueden aparecer apoyando a Vox, que representa, como creo haber dicho antes o haber escuchado a Pedro Sánchez, a la extrema derecha. Ya saben que la jerarquía católica es de centro.

Es cierto que el pin parental no es sino una parte de la más importante y más amplia cuestión de la libertad de educación, cuyo sujeto son los padres. De acuerdo, pero es que el pin es una cuestión que toca el fuero y el huevo. El huevo es la corrupción de menores; el fuero, precisamente eso: que a los hijos deben educarles los padres, no el partido gobernante.