Se llama Isabel Sánchez, española, es la mandamás de todas las mujeres del Opus Dei en el mundo. Acaba de escribir el libro feminista de “Mujeres brújula en un bosque de retos”. No, no pienso leerlo.

Conste que no soy yo el que la califica de feminista sino que ella misma se define así y así define su libro.

Confieso que cuando me eché al coleto sus primeras declaraciones, pensé en callar y no hablar. Pero es que han sido muchas declaraciones (ABC, La Razón, El Español), una detrás de otra, un crescendo que ha terminado en un titular para el recuerdo: “Un buen cristiano es feminista y sororo”. Sí, lo de sororo es un neologismo hortera que define la hermandad femenina en la que creen pocos varones y ninguna mujer. Bueno, las feministas tampoco pero están obligadas a decir que sí.

Aclaración: la marginada en el siglo XXI no es la mujer sino la madre. Y recuerde: lo que siempre pierde a la mujer es ser el centro de atención

Con todo esto, he decidido dedicar a doña Isabel esta carta, carta abierta, que hago extensiva al prelado del Opus Dei, el sacerdote Fernando Ocáriz.

Verá usted, doña Isabel: un cristiano no puede ser feminista porque las feministas odian dos tesoros de la Iglesia: la virginidad y la maternidad. O sea, le odian a usted como numeraria del Opus Dei y odian a las supernumerarias de la Prelatura. Todo a un tiempo.

Los males de la Obra están dentro y arriba. Las numerarias se burlan de las supernumerarias, ‘con bombo’

Y esto resulta sobresaliente por cuanto el feminismo nace de la presunta marginación de la mujer, cuando la marginada en el siglo XXI no es la mujer, sino la madre.

Recuerde, también, que lo que siempre pierde a la mujer es intentar convertirse en el centro de atención de cuantos le rodean. Lo que el feminismo llama visibilidad, término que usted ha acogido, al parecer olvidando que visibilidad no es otra cosa que vanidad. Los clásicos, cuando no existía el feminismo y, por tanto, conocían mejor a ellas y a ellos, hablaban de la mujer discreta. No porque creyeran que debía estar callada (¿Acaso eso es posible?) sino porque le presumían inteligencia y perseverancia y sabían que lo que podía perderle era el exhibicionismo.

No sea usted ingenua. No acaricie a la serpiente: le morderá

Más. Asegurar, como usted ha hecho, que “en la Obra cabe gente de Podemos siempre que defienda el Evangelio” es como asegurar que el lobo cabe en el aprisco de las ovejas siempre que antes de entrar se extraiga toda la dentadura y las garras. Doña Isabel, el contrasentido, la incongruencia, la incoherencia, la contradicción, no caben en sitio alguno.

Recuerda aquel dilema que lanzaba el ateo: “Dios no puede ser omnipotente porque no puede crear una piedra que él mismo no pueda levantar”. Y ya sabe la respuesta: una piedra que un ser omnipotente no puede levantar no es un imposible, es sólo un contrasentido”.

El Opus Dei corre con manguera a las inundaciones y con barcazas a los incendios

Convertir a la Iglesia, y a la Obra, en feministas sólo me certifica que los males del Opus Dei están dentro y arriba como decía su fundador sobre la Iglesia del postconcilio.

Ejemplo: hemos llegado a un momento en que las numerarias se burlan de la supernumerarias, ‘con bombo’. Recuerdo con sonrojo -ocurrió años atrás, que el mal ya estaba dentro- que en cierto programa de radio se invitó a un debate a una numeraria con muchas ambiciones políticas para hablar de la familia. Sólo puso una condición: “A mí no me traigas aquí a señoras con bombo”.

Doña Isabel: si al Opus Dei le quita el Dei, se queda simplemente en Opus

Doña Isabel, no sea usted ingenua. No acaricie a la serpiente: le morderá. No se haga la feminista porque nadie se va a creer que la Obra y la Iglesia sean feministas (Laus Deo).

Además, da la impresión de que el Opus Dei lleva años corriendo con mangueras a las inundaciones y con barcazas a los incendios. De verdad, en este momento de la batalla eucarística, de pérdida lacerante de vocaciones, en el momento de mayor crisis (crisis de santidad, naturalmente) de toda la historia de la Iglesia… ¿todo lo que tiene que vender la ‘number one’ del Opus Dei es feminismo? ¿En serio?

Y no olvide doña Isabel: si al Opus Dei le quitas el Dei, se queda simplemente en Opus. Lo digo porque le oigo hablar mucho de la mujer y muy poco de Cristo.