En 2005, la Asociación 11-M, presidida por Pilar Manjón rechazó que sonaran las campanas de 650 iglesias de todas las localidades de la región el 11 de marzo, aniversario de la masacre de Madrid. Según Manjón la Asociación 11-M recibió cientos de mensajes que mostraban la "indignación" de los asociados por la iniciativa del Gobierno de la Comunidad de Madrid. 

En 2017 la Audiencia Provincial de Soria emitía una sentencia que obliga a la parroquia Nuestra Señora de la Asunción, de la población soriana de Hinojosa del Campo, a "desactivar" la campana de la torre de la iglesia para uso horario, tras la denuncia de un vecino, que afirmaba que le impedía descansar.

Ahora, en el barrio murciano de Vistabella el párroco de Nuestra Señora de Fátima Jerónimo Sánchez Bernal, ha denunciado las amenazas que ha recibido en diciembre en la calle por parte de vecinos del barrio, descontentos con el ruido de las campanas: “Se meten conmigo y dicen que la iglesia está molestando por el ruido de campanas”, a la vez que explica que está viviendo una situación de “acoso y agobio”.

Tal como publica Religión en Libertad, las campanas de la parroquia Nuestra Señora de Fátima están programadas y son automáticas, funcionan con un sistema electrónico que permite controlar el volumen del sonido, un volumen que está al mínimo para hacerlas sonar sin sobrepasar los decibelios permitidos. Suenan de ocho de la mañana a diez de la noche y marcan cada cuarto, media hora, y hora en punto, más el rezo del Ángelus y las misas: “Si creen que hay que darle otra solución, que vengan los técnicos del Ayuntamiento y que se tomen las medidas oportunas, porque el volumen está al mínimo”.