Resulta curioso observar cómo las distintas autoridades bancarias europeas se afanan por poner palos en la rueda de las entidades. Tipos de interés negativos, normas regulatorias cada vez más exigentes, niveles crecientes de capital, etc. todo menos dar facilidades a un sector que esas mismas autoridades califican de esencial.

El último ha sido el presidente de la Autoridad Bancaria Europea (EBA por sus siglas en inglés), el español José Manuel Campa: “Esperamos que en este cuarto trimestre, el sector siga haciendo un incremento de las provisiones como resultado de la peor actividad económica para evitar que se produzca el efecto acantilado” cuando los gobiernos pongan fin a las medidas de apoyo, afirmó este martes durante su intervención en el XXVII Encuentro del Sector Financiero organizado por Deloitte, ABC y Sociedad de Tasación.

La declaración de Campa es un jarro de agua fría a los bancos que, en general, habían disminuido las provisiones en el tercer trimestre, confiados en que lo peor ya había pasado y en que las dotaciones realizadas previamente serían suficientes para cubrir la morosidad que, seguro, crecerá en los próximos trimestres.

Primero el palo y luego la zanahoria, porque Campa tampoco quiere ser recordado como el enemigo de los bancos. Por eso, acto seguido aseguró que las entidades están bien preparadas, esto es, con niveles de capital suficientes para hacer frente a la crisis. Entonces, ¿por qué les pide más provisiones?

“Hemos hecho una estimación de vulnerabilidad del impacto del Covid en función de los test de estrés de 2018 y calculamos que el rango de erosión de capital está entre los 250 y los 370 puntos, con lo cual, de media, el sector tiene colchón suficiente para hacer frente a las necesidades de capital derivadas de la pandemia”, aseguró.

¿Comprenden? Primero digo que necesitan dotar más y luego aseguro que están bien de capital, aunque todo dependerá de la duración de la crisis, obviamente. Antes que Campa, Edouard Fernández-Bollo, miembro del Consejo de Supervisión del BCE, alertó sobre el aumento de la morosidad en Europa  y que actualmente se sitúa por debajo del 3%. En el peor de los casos se podría generar un monto de más de dos billones de euros, según Fernández-Bollo, lo que supondría superar, incluso, los niveles de 2014.