La titular de Economía, Nadia Calviño, parece la ministra diagnóstico porque sabe lo que le pasa a la economía española, pero no detalla las recetas. O sea, mucha teoría y palabrería, pero poca práctica y hechos.

Calviño ha pedido “no lanzar un mensaje alarmista” sobre un cambio de tendencia de la economía, pues España está en una fase de crecimiento que se mueve en una horquilla de entre el 2,6% y el 2,8%, “superior al de la Unión Europea, la zona euro y los países de nuestro entorno”. Además, ha añadido que los indicadores confirman la estimación de crecimiento del 2,7% este año, pero si el Gobierno tuviera que revisarla “tampoco es un drama”.

Si el Gobierno tuviera que revisar la previsión de crecimiento tampoco sería un drama 

Un escenario donde también hay riesgos derivados del “agotamiento de los vientos de cola”, como: el fin de la política expansiva del BCE, el menor dinamismo de la demanda interna, la ralentización de la economía mundial que se puede ver agravada por tensiones comerciales y medidas proteccionistas. Y, cómo no, Calviño ha destacado las fortalezas, entre ellas: el cambio de signo de la balanza por cuenta corriente, la reducción del endeudamiento privado, la mayor internacionalización de las empresas españolas y un redimensionamiento del sector de la construcción.

Claro que lo que más preocupa a Calviño son los desequilibrios: la “cronificación del paro" y que la tasa de desempleo esté en el 15% (algo “inaceptable”), el “desorbitado crecimiento de la deuda pública”, el aumento de la desigualdad y de la pobreza y la precarización laboral. La ministra de Economía ha lamentado que haya surgido una nueva figura, “la del trabajador pobre” y que España sea el quinto país de la UE con mayor población (12,5 millones de personas) en riesgo de pobreza.

Entre los desequilibrios cita la cronificación del paro, la elevada deuda pública, la desigualdad y la precarización laboral

Por ello, Calviño ha apostado por aprovechar la fase expansiva del ciclo y acometer políticas económicas que garanticen la estabilidad financiera, un crecimiento sostenible y reduzcan las desigualdades a través de dos herramientas:

  • una política fiscal responsable y coherente para reducir el déficit y la deuda pública. Aunque ha vuelto a presumir de que la renegociación de los objetivos de déficit es “una buena noticia”
  • una agenda para el cambio: es decir, reformas para hacer frente al reto demográfico, la lucha contra el cambio climático, la adaptación del tejido productivo a la revolución digital y el sostenimiento del Estado del bienestar. Pero antes de hacer todo esto, optan por “cerrar la brecha de género, que es un lastre para el crecimiento”, luchar contra la pobreza infantil y la precariedad laboral, destinar más recursos a Educación e inversión en I+D+i

Y encima, Calviño amenaza, al señalar que si se mantiene la senda de estabilidad del Ejecutivo Rajoy, la subida de impuestos será mayor que si se aprueba la propuesta por el Gobierno Sánchez. Es decir, la que relaja la lucha contra el déficit público del 1,3% al 1,8%.

Por último, la ministra de Economía ha hablado de Bankia, del impuesto a las transacciones financieras y de la reforma de la ley hipotecaria. Esta última es una transposición de la normativa europea y le preocupa porque está atascada (de hecho, la Mesa del Congreso acaba de rechazar su tramitación urgente) y hay una “amenaza” de sanción de 100.000 euros al día si no entra en vigor.