Las fundaciones que controlan Kutxabank y Unicaja tenían hasta el 31 de diciembre de 2023 para crear un fondo de reserva que sirviera para hacer frente a las necesidades de recursos propios que pudieran surgir. Ahora, sin embargo, las fundaciones que controlan Kutxabank (BBK, 57%, Kutxa, 32%, y Vital, 11%) pueden ampliar ese horizonte hasta diciembre de 2024, tras el acuerdo alcanzado el martes por el Consejo de Ministros.

Un alivio para las fundaciones, sin lugar a dudas, sobre todo si tenemos en cuenta que la mayor parte de sus ingresos provienen, precisamente, del dividendo que les reporta cada año el banco. Pero si el Gobierno les prohíbe repartir dividendo…

Estamos hablando de cantidades importantes: unos 235 millones en el caso de BBK (posee el 57% de Kutxabank) y unos 152 millones en el de la Fundación Unicaja, que controla el 49,7% de Unicaja Banco. Habrá que ver ahora si la prórroga será suficiente o si, dadas las circunstancias actuales y futuras, necesitarán más tiempo. Piensen que 2020 es un año prácticamente perdido para el sector.

La tercera entidad con cierta vocación de caja de ahorros, Ibercaja, tenía previsto salir a bolsa durante 2020, algo que ahora mismo resultaría un suicidio bursátil. Por eso, en el mes de marzo, el Gobierno amplió ese plazo hasta diciembre de 2023, con una pequeña condición: la Fundación Ibercaja deberá ‘apartar’ el 50% del dividendo que perciba cada año extra, en un fondo de reserva.

Todo esto está muy bien, pero estamos hablando de entidades que, en realidad, no son cajas de ahorros, sino bancos controlados por fundaciones. Porque cajas de ahorros de verdad, ‘pata negra’, sólo quedan dos: Ontinyent y Pollença. Y funcionan de maravilla.