Caixabank sigue cubriendo etapas en Portugal y el domingo anunció la adquisición del 8,4% de BPI que aún estaba en manos de Allianz, por 327,21 millones de euros. En total, el banco que preside Jordi Gual ha desembolsado hasta el momento 971,7 millones, a los que habrá que sumar el importe que pague por 7% del capital que todavía no controla.

Porque la intención de Caixabank es lanzar una OPA para comprar ese 7% y excluir la entidad de bolsa, con el fin de ahorrar costes y reducir la burocracia que rodea a la filial portuguesa. ¿Qué sentido tiene mantener una cotizada con un porcentaje tan pequeño de free float? Ninguno.

La situación en Angola, donde BPI posee el 48% del banco BFA, controlado por Isabel dos Santos, es radicalmente distinta. La intención de Caixabank es seguir la recomendación del BCE y salir definitivamente del país. El problema es que negociar con la mujer más rica de África, hija del anterior presidente, Eduardo dos Santos, que en septiembre de 2017 nombró sucesor al general Joao Lourenço después de 38 años en el poder, es muy difícil. 

Y ahora, tras la ‘jubilación’ de su padre, resulta aún más complicado porque nadie sabe a ciencia cierta quién manda en el 51% de BFA que controla la empresa de telecomunicaciones Unitel, de la que Isabel dos Santos posee el 25%. Se da la circunstancia de que otro 25% está en manos de la petrolera Sonangol, cuya presidenta ha sido Isabel dos Santos hasta que su padre ha dejado la Presidencia del país.

En cualquier caso, el futuro de BPI en BFA pasa por un acuerdo con Dos Santos y ya hemos visto en el pasado cercano lo que eso supone.