Mañana viernes hay Junta General de Accionistas de Caixabank, la primera como entidad unificada, producto de la fusión entre Bankia y Caixabank. Marcada, y no podía ser e otra forma, por un ERE que en principio afectará a 8.200 trabajadores, algo más del 15% de la plantilla. Era una fusión alentada por el regulador bancario BCE, por el Banco de España y, atención, por el propio gobierno socialista, que intentaba quitarse el marrón de Bankia. Y en parte se lo ha quitado, dado que desde el anuncio del morganático matrimonio, el valor de la participación estatal creció un 70%.

Y esto es precisamente lo que ha cabreado, no al presidente de Caixabank, José Ignacio Goirigolzarri, sino a todo el sector bancario. La mecha la encendió la vicepresidente Nadia Calviño al asegurar que los banqueros cobraban mucho y encima echaban a gente. Eso en vísperas de la primera junta de la Caixabank fusionada con un ERE previsto de más de 8.000 trabajadores, un 16% de la plantilla. Y encima se refería al banquero que lleva 9 años cobrando 500.000 euros, el salario más bajo de todo el sector. 

Así que, con toda razón, la portavoz de Vox en el Congreso le recordaba al Gobierno el miércoles 12, que si no querían despidos ¿por qué aprobaron la fusión? O por qué no pusieron como condición que no se dieran medidas laborales traumáticas. De este modo, quedaba a la vista de todos la demagogia de Nadia Calviño. 

Pues bien la respuesta de Caixabank será aprobar mañana en Junta de Accionistas el salario de 1,6 millones de euros anuales de Goirigolzarri, sin ninguna promesa pública de mejorar las condiciones del ERE. Entre otras cosas, aseguran en la propia entidad, porque todavía no se ha abierto la negociación del expediente de regulación de empleo. Es decir, no se cede a las presiones de Calviño y, Caixabank cuenta, en este punto, con la solidaridad de todo el sector, más que molesto con un gobierno que les empuja a fusionarse y luego protesta por la consecuencia lógica e inmediata de una fusión que es la reducción de plantilla. 

Si a esto le unimos la utilización de medios afines a La Moncloa para enfatizar los sueldos de los pérfidos banqueros el gobierno Sánchez se ha ganado la antipatía de todo el sector. 

La demagogia de la vicepresidente molesta a la totalidad del sector bancario, mientras Macarena Olona (Vox) da en el clavo: si no querían despidos masivos, ¿por qué permitieron la fusión Caixabank-Bankia?

Y al fondo de todo ello, la batalla más importante del sanchismo tras las elecciones del 4-M, a la que aludíamos en Hispanidad ayer miércoles 12 de mayo. Tanto Isidro Fainé, presidente de Caixa-Criteria como Antonio Brufau, presidente de Repsol han dejado claro a la nueva 'smart people' de Pedro Sánchez que no piensan dimitir. En cuanto a Caixabank, el trío Fainé-Goiri y el Ceo Gonzalo Gortazar han hecho piña frente al Gobierno. Vamos, que en Valencia gritarán mañana aquello de: ¡No pasarán!