Se acaba el tiempo y Theresa May se ha visto obligada a retrasar la votación del preacuerdo con Bruselas sobre el Brexit al no obtener los apoyos parlamentarios necesarios. Y es que, de llegarse a dar la votación, además de no salir el plan adelante, se oficializaría el amplio margen de rechazo del Parlamento.

En la intervención de May de la tarde del lunes, se ha enfrentado a varios parlamentarios que no solo exigían un segundo referéndum, sino su dimisión. Entre las diversas intervenciones, los miembros destacaban la pérdida de credibilidad tanto del Gobierno como de May, en el propio país y a nivel internacional. Como respuesta, la primera ministra ha repetido lo que ya ha afirmado en distintas ocasiones: no habrá un segundo referéndum y no tiene pensado dejar el cargo.

Entre la oposición, el líder laboralista británico, Jeremy Corbyn, que no es un antieuropeista, sino un señor que pretende llegar al 10 del número diez de Downing Street, muy crítico con la primera ministra.

Mientras, desde Bruselas, aseguran a May que no hay más negociación posible. Si se ha dado tanta difusión al fallo del Tribunal de Luxemburgo de la UE sobre el extemporáneo hecho de que Reino Unido pueda regresar a la UE saltándose los plazos de ingreso, es para abrir un rayo de esperanza al nublado futuro de Theresa May. Márchese ahora y algún día podrá regresar.