Hasta el 12 de abril, este es el plazo que tiene de caducidad el recorrido de Borja Prado como presidente de Endesa. Desde 2009, tras su nombramiento, ha sido el hombre de los récords, récord en especial en la rapidez para vaciar la tesorería de la compañía vía dividendos al por mayor.

Pero los italianos de Enel, accionistas mayoritarios, lo aparcan. Tienen mucha prisa en recuperar su inversión en España y eso a pesar de haber ingresado aproximadamente 30.000 millones de euros en dividendos durante su etapa, con la ignominia más insólita en el Ibex de haber distribuido la mayor retribución en un solo ejercicio -los 14.000 millones del ejercicio 2014-, y haber dejado la empresa con un balance reducido prácticamente a la mitad.

Suena para el relevo Aldo Olcese, que conoce de cerca el asalto de Enel sobre Endesa

Todo estaba prefijado, eso parece, por Enel, que premiará el trabajo de Borja Prado con una generosa indemnización, próxima a los 12 millones. Y en el entretanto, suena para el relevo Aldo Olcese, que conoce de cerca el asalto de Enel sobre Endesa -realizó el informe del buen gobierno corporativo, con Prado en la presidencia-, se mueve con soltura en Italia y conoce el sector energético por su labor de asesoramiento a los gobierno del PSOE o el PP.

Esta cuestión, que nos llega a resultar reiterativa, no es lo único que importa, tras los resultados anuales de 2018. El resultado neto queda en 1.417 millones, un 3,1% menos que en 2017. La aportación del negocio de generación y comercialización crece un 50,5%, mientras que la de su negocio principal, la distribución, cae un 0,2%, y los extraordinarios de ajustes, estructura y servicios registran 177 millones menos que en el ejercicio anterior.

Los ingresos aumentan un 0,7%, con las mismas ventas que en 2017, y los otros ingresos de explotación ascienden a 139 millones más, debido a los resultados en la variación en derivados de materias energéticas.

El aumento de deuda encaja -para desgracia de la compañía- con el desembolso por dividendo y un ‘pay out’ del 100%

Los costes de explotación avanzan un 1,6%. Dentro de ellos, los aprovisionamientos, en el marco de ejercicio especialmente favorable en la pluviometría, solo descienden en 2 millones. Los gastos de personal, sin embargo, aumentan por las provisiones por expedientes de regulación de empleo,  y a eso se añaden los 12 millones de los expedientes sancionadores de la CNMC. Las amortizaciones y perdidas por deterioros también crecen en 197 millones más.

La deuda financiera, como viene siendo habitual, continúa desbocada y cierra el ejercicio con un aumento de 629 millones de deuda financiera bruta, hasta 6.021, y otros 785 de deuda financiera neta, hasta 5.770 (+16%), debido a que los activos líquidos se reducen en 155 millones. Evidentemente, todo encaja si recordamos que Endesa ha desembolsado 741 millones por el dividendo a cuenta de 2017 y 722 más en julio por un dividendo complementario.

El efecto pernicioso de la reiterada política de todo por el dividendo es el aumento del ratio de apalancamiento (deuda financiera/patrimonio neto), que se sitúa en el 62,85%, frente al 53,99% anterior.

Aun así hay un párrafo en la memoria que es de auténtico juzgado de guardia, ya que los administradores consideran que el apalancamiento alcanzado permite optimizar el coste de capital, manteniendo un buen nivel de solvencia, por lo que consideran que seguirán endeudándose para mantener la política actual de reparto de dividendos.

Es de juzgado de guardia que Endesa pretenda que el apalancamiento siga para mantener el dividendo. Como si eso fuera posible

Mantenella y no enmendalla ya que como mínimo quedan aún dos ejercicios de destinar el 100% del beneficio neto a esta remuneración, pero ojo con un mínimo de 1,33 euros por acción, que como se compliquen los resultados, ¿más endeudamiento y reducción de patrimonio?  Por cierto, que en este ejercicio el patrimonio atribuido a la dominante se redujo en 59 millones de euros.

Como ven la reiteración festiva de la compañía continúa y seguirá, ya que es posible sustituto de Borja Prado sea un presidente no ejecutivo o lo que es lo mismo: otro títere dispuesto a continuar con el expolio.

Mientras, las sanciones por infracciones en la comercialización continúan, unos 260.000 euros en lo que llevamos de año. Todo sea por el dividendo.