BMW tampoco ha tenido un buen semestre, después del batacazo recibido entre enero y marzo: su beneficio neto se ha reducido un 52,5%, hasta los 2.068 millones de euros. Eso sí, ha logrado mantener ingresos y entregas, pero el margen de rentabilidad en el segmento coches ha caído del 9,2% al 2,8%.

El grupo automovilístico alemán con sede en Múnich ha sufrido no sólo por la debilidad que vive el sector, también por las provisiones que ha hecho (1.400 millones) para afrontar las acusaciones de la Comisión Europea en el llamado ‘caso AdBlue’ -BMW, Volkswagen y Daimler habrían llegado a acuerdos para bloquear el desarrollo de la tecnología de emisiones limpias). Y a todo esto se unen los gastos para nuevos modelos, pues el grupo quiere lanzar 25 modelos eléctricos e híbridos hasta 2023, dos años antes de lo que había previsto en un principio.

La facturación del grupo formado por las marcas BMW, Mini y Rolls Royce ha ascendido a 48.177 millones (+1,1 %) y las entregas de automóviles se han mantenido en 1.252.837 unidades (+0,8 %). Datos a los que parece que se ha agarrado el presidente saliente de BMW, Harald Krüger, pues ha confirmado que cumplirán los objetivos de este año, “también en tiempos volátiles”, aunque él no lo verá: dejará el cargo el próximo 15 de agosto y, un día después, tomará las riendas Oliver Zipse.