El Banco Central Europeo (BCE) ha mantenido sin cambios, en su reunión de abril, los tipos de interés de referencia para sus operaciones de refinanciación en el 0%, mientras que la tasa de facilidad de depósito continuará en el -0,50% y la de facilidad de préstamo en el 0,25%.

Además, el organismo que dirige Christine Lagarde continuará con su programa masivo de compra de deuda pública para mitigar las subidas de las primas de riesgo de algunos países. Como se recordará, aprobó a finales de marzo una medida especial contra la pandemia por valor de 750.000 millones de euros, que sumado al resto de programas activos supera el billón de euros de aquí a final de año.

Ahora bien, de este modo el BCE no podrá evitar una crisis de deuda pero no la más temible recesión económica. Los políticos podrán seguir endeudándose y endeudando a los ciudadanos pero no se creará empleo. Eso se concilia mejor con las medidas económicas, no de subvenciones públicas, sino medidas fiscales y de creación directa de empleo, que la Comisión y el Consejo europeos, perdidos en sus rivalidades internas, no logran acordar. 

No se lo digan a nadie pero el proyecto europeo agoniza. Y su enfermedad -el egoísmo y la pérdida de los valores cristianos- viene de mucho antes del coronavirus.