• Le das el DNI al empleado del banco y sabe todo lo que tiene que venderte.
  • Otra cosa es que solucione los problemas.
  • Los trabajadores también sufren lo suyo, por ejemplo, para cumplir los objetivos, algo 'virtual' en estos momentos, es decir, imposible.
  • Bill Gates quería que se nos cayera el bolígrafo; FG quiere que se nos caiga el papel.
Ya sabemos en qué consiste la banca digital de Francisco González (en la imagen). Se lo explico. Cuando un cliente entra en una oficina de BBVA –no ocurre en todas pero sí en las más grandes- coge número para ser atendido, para lo que introduce su DNI en la máquina expendedora. Cuando llega su turno, el empleado dispone, de manera inmediata, de la ficha completa del cliente en la pantalla de su ordenador, de tal manera que sabe perfectamente qué productos le debe ofrecer para aumentar su vinculación con la entidad o, si lo prefieren, para sacarle un mayor partido. Son los llamados momentos de la verdad. A medida que el empleado va sugiriendo tal o cual producto, lo va marcando en el sistema, de tal manera que 'la conversación' queda registrada en la base de datos. Sin duda, se trata de una herramienta más que útil, desde el punto de vista comercial. Pero también resulta tremendamente interesante para los directores de las oficinas, que días después interrogan al empleado con el fin de averiguar por qué no le ofreció aquél seguro o no mencionó la última campaña de tarjetas de crédito. La presión es máxima. Por eso, la banca digital, tan querida por FG, para los empleados es la PBD, la 'puta banca digital'. Ahora, además, con la PBD, por cada empleado de oficina hay unos cuantos en servicios centrales que controlan lo que hace. Y aún hay más. Miren, si Bill Gates quería que se nos cayera el bolígrafo, FG quiere que se nos caiga el papel. Y ha decidido empezar por sus empleados, que son penalizados cada vez que imprimen un recibo, aunque sea, como en la mayoría de los casos, a petición de los clientes. Y la penalización va en serio: resta puntos de cara a la consecución de los objetivos. Por cierto, objetivos que hoy por hoy son imposibles de alcanzar por la mayoría de los trabajadores. Han pasado a ser algo 'virtual'. Y es que, si no colocan un determinado número de tarjetas, fondos de inversión o seguros, multiplican por cero lo que hayan logrado hasta ese momento. En otras palabras, no vale para nada lo hecho hasta entonces. No ocurre lo mismo a los empleados de servicios centrales, cuyos bonus están al alcance de la mayoría. Pablo Ferrer pablo@hispanidad.com