Francisco González (FG) dejará la Presidencia del BBVA el 31 de diciembre. Lo hará por imperativo legal y después de haber modificado en dos ocasiones los estatutos del banco para prorrogar su mandato. Si por él fuera, no se iría nunca, aunque en octubre de 2019 cumplirá 75 años.

Así las cosas, FG afronta su último trimestre al frente del banco. Una sucesión que Carlos Torres, actual CEO y futuro presidente, calificó este martes de “ejemplar”. “Trabajamos con la participación de la comisión de nombramientos, porque estamos ante un proceso bien planificado”, señaló durante la presentación de resultados del tercer trimestre.

Mientras, Luis de Guindos recuerda que eso no era lo pactado

Esto recuerda lo sucedido con Gregorio Marañón y Bertrán de Lis cuando era consejero del BBVA y presidente de la Comisión de Nombramientos y Retribuciones. Un buen día, FG le hizo saber que se había subido el sueldo de una manera generosa. Pero presidente, le dijo Marañón, esto lo tendría que discutir y aprobar la Comisión de Retribuciones. Fueron sus últimas palabras como consejero.

Lo cierto es que la sucesión de FG tiene poco de ejemplar -llega algo tarde y después de dos prórrogas- y, lo que es más llamativo, ha encabronado al propio BCE. Hay quien, incluso a estas alturas, sigue dudando de la marcha de don Francisco. El todavía presidente, de hecho, ha paralizado la mudanza de sus enseres desde su despacho de la Vela, la sede operativa del banco en Madrid, tal y como adelantó José Luis Marco en Capital Madrid. En cualquier caso, el BCE aceptó a Torres como presidente ejecutivo siempre y cuando el mismo FG no fuera quien nombrara, también, al CEO. Se trata de establecer un sistema de contrapesos en el poder, no de que el presidente saliente siga influyendo a través de sus sucesores.

En resumen, que ni el presidente ni el CEO levanten las alfombras cuando él se haya marchado

¿Y si le nombran presidente de honor? “Me encantaría que lo fuera, tendría sentido” aseguró Torres. “Lo que tiene claro (FG) es que no quiere influir en el futuro del banco”, enfatizó. Pues oiga, don Carlos, no influirá en el banco pero, por si acaso, nombrará al próximo CEO y prefiere quedarse como presidente de honor. En resumen: pretende que ni el presidente ni el CEO entrantes levanten alfombra alguna cuando se haya marchado. Además, quedarse y no influir, en FG, es una contradicción in terminis.

Así las cosas, el cabreo del BCE es de campeonato. En Fráncfort saltaron chispas con el hecho relevante publicado en la CNMV en el que el banco anunció que nombraría al nuevo CEO antes de 2019, es decir, que lo nombraría el propio FG antes de marcharse. No habían digerido aún el golpe y ahora se enteran de que FG ha suspendido el vaciamiento del despacho. El cabreo de Luis de Guindos, ahora vicepresidente del BCE, es brutal y recuerda que eso no es lo pactado.